Este videoplaylist contiene las imagénes grabadas en la Sala Manuel de Falla del Palacio Longoria en Madrid a finales de 1997. Los videos se editaron omoparte del Triple DVD «Canciones Desnudas. Volumen II.
El Corazón de la Ciudad
La Pared
Hijo
Miedo a Soñar
Sangre y Lágrimas
Rosa
En el Ojo de un Dios
¡Sí, Sí!
Esperamos que los disfrutes y si te gustan ¡¡compártelos!!
Que Noche la de Aquel Año (TVE 12.06.1987)
Este videoplaylist contiene el mini concierto realizado para el mitico programa de Television Española presentado por Miguel Rios «Que Noche la de Aquel Año» (12 de junio de 1987)
– Rock and Roll Duduá (con Miguel Ríos)
– Hormigón, Mujeres y Alcohol (Litros de Alcohol)
– Putney Bridge
Ramoncin: Voz, Guit.
Basilio Montes: Bajo
Miguel Angel Sarracin: Bateria
Antonio Molina; Guit
Julio Strombaker: Guit
Cristobal Delgado: Teclados
Pierre Leon: Saxo
Litros de Alcohol (Hormigon, mujeres y alcohol)
Es uno de los himnos por excelencia del rock español; «Hormigon, Mujeres y Alcohol» (Arañando la Ciudad – Hispavox, 1981) más conocido como «Litros de Alcohol». Esta version se realizó en directo dentro del mitico programa de Television Española presentado por Miguel Rios «Que Noche la de Aquel Año» (12 de junio de 1987)
Ramoncin: Voz, Guit.
Basilio Montes: Bajo
Miguel Angel Sarracin: Bateria
Antonio Molina; Guit
Julio Strombaker: Guit
Cristobal Delgado: Teclados
Pierre Leon: Saxo
Letra y Música: Ramón J. Márquez / Fernando Murias.
Para ver la discograía oficial completa pulsa aquí »»
Sinfonía Rockera
Para muchos, hablar de un artista tan controvertido como el de Ramoncín, requiere un ejercicio de animadversión enquistada. Para mí personalmente, supone hablar de uno de los referentes culturales que más ahondaron en mi persona. En unos tiempos donde ser progresista era prácticamente un suicidio artístico, este hombre supo enfrentarse a base de punk, rock & roll, talento y coraje, contra un sistema aun rezumando intolerancia y cerrazón. Sin duda, compuso gran parte de la banda sonora de la transición democrática. A muchos, nos ofreció grandes canciones que nos han ido acompañando a lo largo de nuestra existencia, como un garante de nuestra cultura rockera. Así pues, aliviado del fantasma mediático, tan insolente como persistente en la opinión pública, me dispongo a elaborar una crónica serena, limpia de toxinas, de un buen concierto de rock & roll; un show colmado de adrenalina, aptitud, y recuerdos, que impactó en los muchos fans que se acercaron a la Sala Shoko Live! para escuchar al ídolo que ha ido perdurando a lo largo del tiempo. Un público compuesto por un universo de perfiles variopinto, desde personas que pasaban de la cincuentena, hasta gente mucho más heterogénea, formada por recién incorporados, o también, aficionados que curiosean en el cosmos del rocanrol patrio. En cualquier caso, la audiencia estaba dispuesta a dejarse llevar por el ritmo y los embates de unas canciones que marcaron una época. Por tanto, mucha expectación en los momentos previos, y ciertas caras de nerviosismo cuando el tiempo estimado para el comienzo del show se demoraba ligeramente. Sin embargo, apareció sobre el escenario, con su espigada imagen por la que parece que no pasado el tiempo. Sonriente, pletórico, mirando a la multitud que llenaba la sala con un brillo de reafirmación en la mirada. Allí, estaba, después de tantos años sin tocar en directo. Ahora sí. Acompañado por una banda de lujo, La Banda Del Diablo: tres guitarristas, bajista, teclista y violín eléctrico. Un combo compacto y bien definido.
Tres horas de placer pletórico, de intensidad efusiva, dejándose deslizar por el pasado, el presente y el futuro, de un artista que aún tiene mucho que ofrecernos de su talento.
Los primeros compases sonaban, las guitarras crepitaban, y se abría la puerta al mundo único de un artista que ha ido labrando una trayectoria de rock y pasión, con un repertorio que pasó revista exhaustiva a toda su producción artística, con un show compuesto por veintinueve canciones y casi tres horas de duración. Mucho trabajo por delante. Ramón posee un fondo admirable, y una aptitud mucho más demoledora, así es que no le costó entrar en la órbita para poner las emociones en su sitio, cuando las canciones fueron sobrevolando el espacio dejando su impronta en el interior del público. Miraba a un lado a otro, gesticulaba, realizaba un escorzo, o lanzaba una mano al aire como un grito de insolencia. Poses con las que su histrionismo relanzaba su genialidad. Como un ráfaga increíble fueron surgiendo todas las canciones que lo mantienen aún vivo, desde «La Chica De La Puerta 16«, «10 Segundos«, «En El Infierno«, «Canciones Desnudas«, «Hola Muñeca» hasta las más célebres e imperecederas como «Felixin El Vacilón«, «Rock & Roll Duduá«, «El Cuchillo Y La Herida» o «Blues Para Un Camello«. Uno de los momentos álgidos de la noche se produjo con el tema «Como Un Susurro» una canción sempiterna, que marco una de sus etapas más brillantes. Tras un descanso, fueron cayendo «Sangre Y Lágrimas«, «Miedo a Soñar», «Mandan Los Lobos«, y las más vitoreadas «Al Límite» y «Hormigón, Mujeres y Alcohol«.
Tres horas de placer pletórico, de intensidad efusiva, dejándose deslizar por el pasado, el presente y el futuro, de un artista que aún tiene mucho que ofrecernos de su talento. Muchos de los fans que se desplazaron desde otros puntos del estado para verlo, se llevaron en los bolsillos recuerdos imborrables, y en el corazón, una gota de pasión desbordante. Más no se podía pedir. Bueno si, continuidad. Que haya muchas más noches como está, a pesar de las inclemencias y de los desórdenes de todo tipo. Que la luz no se apague, porque aun, queremos escuchar esa armónica envenenada de sangre y alcohol. Aun necesitamos tipos que nos enciendan alma, y nos revuelvan los rescoldos de las pasiones. Que rompan la rutina de nuestras madrugadas, cuando el desamor se desangra en cualquier callejón oscuro de la ciudad remota.
El gusto musical en España lleva secuestrado ya mucho tiempo
Ramón J. Márquez, más conocido como Ramoncin, es un personaje controvertido, amado y odiado a partes iguales, pero que, como no podía ser de otra manera, ha sido un referente incontestable del rock en este país. Sus aportaciones más destacables «Barriobajero», un disco que revolucionó la cultura rock, y uno de los mejores directos grabados nunca «Al Límite, Vivo Y Salvaje». Su carisma, en ocasiones, ha sido eclipsado por su controvertido personaje mediático, siempre envuelto en la polémica y la acritud de muchos. No obstante, su raza rockera prevalece siempre por encima de los ruidos de fondo. Se presenta el próximo día 7 de Noviembre en la Sala Shoko Live de Madrid junto a La Banda Del Diablo. Hemos querido hablar con él sobre lo humano y lo divino y su retorno a los escenarios.
El gusto musical en España lleva secuestrado ya mucho tiempo. La gente en este país no sabe que aquí hay bandas y músicos de rock excelentes, que hacen discos excelentes cada año, y sin embargo, no tienen difusión
Después de un espacio de tiempo prolongado te presentas ante el público de Madrid en la Sala Shoko, para ofrecer uno de tus vitalistas shows cargados de rock & roll ¿Qué sensaciones te despierta tu regreso a los escenarios?
Yo esto me lo tomo siempre como una Yihah. Cuando llega el momento de tocar, de poner un disco en escena, lo primero que hago son unos ensayos hasta el último detalle y con la banda al cien por cien. Es lo que aprendí en los años de universidad y de teatro. A mí, la persona que me adiestro en el teatro me decía «a mí la representación me da igual, a mí lo que me importa es que hagáis bien los ensayos». Me encanta ese planteamiento. Si los ensayos son perfectos al final la representación tiene que ser buena. Estoy súper a gusto. La banda lleva ya la mayoría mucho tiempo tocando conmigo. Debuta solo el teclista. El resto son los músicos que me han acompañado en los últimos conciertos, y sobre todo, en las últimas grabaciones. Conocen perfectamente toda la metodología que utilizo yo para preparar los temas par directo. Es la banda que todo el mundo sueña tener, una banda sin suspicacias, que todo el mundo le deja espacio a todo el mundo, que dialogan musicalmente, que respetan los silencios los unos de otros, y esto, a mí, me hace muy feliz, y sobre todo, me lo ponen muy fácil para yo poder desarrollar mi trabajo.
En tus conciertos hay una avalancha de energía y sobre todo de aptitud. Hay bastante expectación por saber si Ramoncín sigue manteniendo el tipo sobre el escenario. ¿En qué estado de forma anímico te encuentras?
Yo creo que mi estado anímico es aún menor que mi estado físico. Yo mismo me sorprendo. Porque digo «hostia tío, ¡para! treinta y una canciones. Podemos hacer veinticinco que no pasa nada». Pero hay algo que dice, no, no, esto podemos hacerlo. Físicamente me encuentro perfecto. Vamos a dar un gran concierto, y lo que es más importante, es que creo que mi voz está respondiendo a un castigo duro. Subirte a un escenario y cantar, treinta y una canciones no es fácil, lo hacemos muy pocos, y con mucho cuidado. Haremos un concierto entre dos horas y media y tres, arriba del todo.
Se espera un show con un repertorio donde abunden los clásicos de tu trayectoria, aunque me imagino que gran parte del peso lo tendrán los temas de tu último disco «Cuando El Diablo Canta». ¿Qué vamos a poder ver el próximo día 7 de Noviembre?
Yo no quiero ser un rockero más que canta sus éxitos de hace veinte años
Yo no quiero ser un rockero más que canta sus éxitos de hace veinte años. De hecho, alguna pensé que esto podría ocurrir, y es lo que me ha llevado a dar un paso atrás. Yo incluyo un número de canciones de «Cuando El Diablo Canta» que no es mayor que las canciones que van de «Barriobajero», por ejemplo. Aunque en realidad, «Barriobajero» es el disco estrella de este repertorio que hemos montado ahora. Hay temas de todos los discos. No hay ninguno de mis discos del que no haya algún tema. Pero con lo que yo disfruto de verdad, es cuando incorporo. El otro día ensayábamos una canción que se llama «Mandan Los Lobos» del último disco. Cuando yo incorporo en el sonido, el ambiente, el clima, en la forma de interpretar, una canción que acabamos de hacer ahora, casi veinte años más tarde de que grabáramos «Miedo A Soñar», y veo que encaja, que no notas el salto, no notas la diferencia entre unas canciones y otras, y eso es una cosa muy delicada. Cuando vas a ver a otra gente, y dice ahora vamos a tocar un nuevo tema, y ese tema suena a otra cosa, suena desgajado, por sonido, por tipo de composición, a mí no me gusta. Me suele repeler. En el caso de este repertorio no.
Musicalmente eres un artista que ha navegado por diferentes conceptos desde el punk hasta el rock más primario. A lo largo de tu carrera has demostrado ser un artista camaleónico que se mueve en todo tipo de terrenos. ¿A día de hoy como te consideras más rockero o cantautor?
Yo soy más rockero. Hay algo en la actitud, en la forma de hacerlo. Yo soy cantautor porque compongo mis canciones. Pero hay una forma de decirlo, y podría parecer un cantautor si me pongo con mi guitarra, acompañado por los chicos de la banda en un lugar y con una forma de decirlo, pero cuando estoy electrificado y con la banda al completo, hay algo en la manera de ponerte en el escenario, de sujetar el micro, de mirar a la gente, de decir las cosas. Hay una parte en el rock que hay que decirla, hay que contarla como si fuera un cuento, como quien cuenta un pequeño relato. Y si esa forma de decir se hace de una manera, es cuando te conviertes en un rockero.
Muchos de tus discos como «Barriobajero» o «Arañando La Ciudad» pasaran a la historia de los rock como verdaderos referentes culturales de toda una época. ¿Atribuyes este particular a un momento coyuntural de la historia de este país o a una aptitud puramente revolucionaria?
Un poco las dos cosas. Primero eres un crio, tienes veinticuatro años, cuando grabo «Barriobajero», y veinticinco cuando grabo «Arañando La Ciudad», y segundom es que en aquellos tiempos ocurrían cosas importantes en España, un momento en que pasaban cosas de verdad, que las cosas cambiaban de verdad. La gente podía ir a votar a elegir a sus representantes más cercanos, en el cual los ayuntamientos se abren completamente a la cultura, el arte, hay conciertos, puedes tocar en cualquier sitio, la gente que hace cine se interrelaciona con la gente que hace música, los que hacemos música hablamos con los poetas, pasa algo que no es la movida, no es algo comercial, es algo más denso, mucho más profundo, y creo que es una mezcla de las dos cosas. Y también hay un momento creativo importante.
Yo tengo la impresión de que las bandas de rock de este país, sobre todo las que comienzan, son incapaces de encontrar canciones que se conviertan en himnos y que él público pueda hacerlas suyas. En tu caso canciones como «Soy Un Chaval», «Barriobajero» o «Hormigón, Mujeres Y Alcohol» fueron canciones que marcaron una época ¿Hay una decadente manera de componer rock y de llegar a la gente?
Lo que creo que le pasa a una gran parte de los músicos jóvenes es que desdeñan a los músicos anteriores. Ya no se trata solo de matar al padre, voy a matar también al hermano. Hay un gran desdén sobre todo lo que se ha hecho antes. Se dejan influir por un determinado tipo de mensaje y de pensamiento, hay una creencia de lo lo indie, lo nuevo, lo que innova, lo que se aleja, es lo adecuado. Hay que mirarse en los demás. L otro dia escribia en mi web: Yo sin Lou Reed no existiría. Ahora que ha muerto, ahora que mucha gente habla de Lou Reed, parece como si aquí todo el mundo le adorara, cuando se le lleva olvidando veinte años o más. Yo no concibo, ni hubiera concebido nunca «Marica De Terciopelo» o «Noche Cinco Horas» sin haber oído especialmente «Berlín». Jamás lo hubiera podido concebir, porque hay una parte de la historia de «Berlín» que tiene que ver con otra parte de la historia de esa canción. Le recomiendo a la gente que la oiga. Hubiera sido imposible que yo hubiera hecho eso. De la misma manera, le hubiera sido imposible a un escritor como Navokof sino hubiera leído la literatura anterior a él. Y aquí ocurre que de pronto la gente desdeña todo eso. Y eso es lo que les pasa, que el referente musical está solo en su generación. Cuando les preguntan quién te gusta dicen el de al lado. Hace treinta años estaban Rosendo, Loquillo, Miguel Rios. No, la gente siempre pone el de al lado. El vecino. Con el que va a los sitios, con el que comparte escenario. Si eso es asi, no vas a ser capaz nunca de transmitir. Debe ser muy penoso que la huella sonora se haya parado en los 80. En general, toda la huella sonora del rock & roll, está en los 80. Y nos olvidamos de los 60 y de los 70. Es una putada en todos los sentidos. Yo creo que ese es el error.
A partir de tu disco «La Vida En El Filo» tus canciones adquieren un matiz mucho más sosegado y más grandilocuente, en una onda mucho más desarrollada y menos acida. ¿Ese disco fue el que dio un cambio de rumbo a tus canciones?
Yo grabo «La Vida En El Filo» que es mi disco número ocho y lo siguiente que hago es el directo. Cuando hago el doble disco en directo, considero que he cubierto una etapa. Estoy haciendo canciones de toda una carrera que va desde el año 78 al 90 en el que ese disco representa un punto y final. Yo podría haber dicho señores este es mi legado. Y hubiera hecho la carrera normal de todos los artistas ocho o diez años. Pero luego tu te planteas si tienes capacidad para seguir. Al final, de cada generación quedan muy pocos. Aquí en los años 60 había diez mil conjuntos musicales en toda España, y lo ilustraba tu compañero y colega Jordi Tarda. Decía, en la costa, desde Valencia a Girona había 1.800 bandas. ¿Cuánta gente queda de esa? ¿Cuánta gente quedamos de los 80? Cuando llegó ese momento me dije, yo necesito reflexionar, si quiero seguir en esto, o si me bajo desde este tren dejando toda una locomotora, con un doble en directo con 400.000 discos dobles, habiendo conseguido el disco de platino con «La Vida En El Filo» donde estaba «Como Un Susurro» otro con «Fe Ciega», en fin, era un momento en el que me decía, lo has conseguido. Me voy a mi casa. Que paso, que me costó estar sin grabar hasta el 96 que grabé «Miedo A Soñar». Y ya, «Miedo A Soñar» no se parece a «Fe Ciega». Ya tiene partes mucho más acidas, y mucho más duras. Eso me anima a seguir haciendo cosas, y cuando ya decido tener una banda fija de nuevo hacemos lo de la Cover Band, grabamos unos temas para una antología, y luego este disco «Cuando El Diablo Canta» que yo podría decir, canción por canción, en que disco de mis anteriores encajaría.
De toda tu carrera como músico ¿Cuál es momento que destacarías de manera especial y que marcó tu vida?
Cuando grabamos «La Vida En El Filo» que es un momento muy especial, porque lo fuimos a grabar a Inglaterra y trabajamos con el productor de The Jam, y el técnico de los Rollings Stones, y ahí me di cuenta de que podía dar un pasito más, con aquella gente que ya estaba tan curtida, con una biografía tan importante. Yo creo que ese periodo que va del año 86, a cuando hacemos el doble en directo en el 90, es el momento en el que se junta todo, el momento en el que estas en lo mejor.
¿Qué necesita Ramoncin para componer una canción, soledad o introspección?
Un run run. A mí el ruido me jode. No me refiero al ruido físico, al ruido este de la política, los problemas, ese ruido que tenemos todos en la cabeza. El ruido del fondo. Pues yo, en medio de ese ruido, necesito un run run. Si yo tengo ese run run, tengo el balanceo. Es curioso. Voy a parir una canción. Es algo físico. Es que de pronto digo: voy a poner un huevo. Tengo un run run, tengo una idea, se lo que quiero decir, tengo una frase y una melodía. Entonces me da igual lo que sea. Me da igual el metro, la calle, paro donde tenga que parar saco el chisme le largo la frase, y cuando llego al sitio donde estoy con mi guitarra pues lo plasmo.
Y volviendo al tema ¿Cuáles son los ingredientes que a tu juicio debe tener una nueva canción?
Que suene bonita con una guitarra y una voz. Cuando tu coges una guitarra, o un piano, o simplemente golpeando en la mesa, y lo que cantas tiene una melodía, esa es una canción. Ya la tienes. Y si además, eres capaz de escribir un buen texto, porque eres un buen escritor, y las capacidades de cantarla de la mejor manera posible, tienes una buena canción.
Todos los seres humanos somos animales evolutivos por naturaleza. Tu trayectoria musical ha sido brillante, oscura y meridanamente clara. ¿Vamos a ver el próximo día un Ramoncin completamente evolucionado?
O revolucionado. Cualquiera de las dos cosas. El brillo de un momento, la oscuridad de otro momento, y la corrección en general. Hay un gráfico. Es como un gráfico médico que indica los picos buenos y los picos malos, lo que hay que sacar es la raya que va por el medio. Uno nunca esta abajo del todo ni tampoco arriba del todo. Siempre hay alguien más abajo o más arriba. Tu tienen que entender en que franja quieres estar. ¿Uno es guapo comparado con quién? Tú tienes que estar a tu rollo, a lo tuyo. Lo que importa es la línea que atraviesa todo eso. Esa palabra que ahora se lleva tanto, que sea transversal.
¿Cómo ves la escena rock en la actualidad en nuestro país?
El rock, y la escena, muy bien. El uso que se hace de ellos desde los medios, muy mal. El gusto musical en España lleva secuestrado ya mucho tiempo. La gente en este país no sabe que aquí hay bandas y músicos de rock excelentes, que hacen discos excelentes cada año, y sin embargo, no tienen difusión.
¿La culpa la tienen las emisoras de radio?
¿A alguien le cabe duda de eso? Ya en el año 1978 mi canción «Rocanrol Dudua» mi primer single, yo entré en la lista. Y en esa lista sonaba todo el mundo, Rocío Jurado, Ramoncin, la banda Mediterráneo, Asfalto, y tu podías oir todo, como público. Y daba igual si primero sonaba María Jiménez, porque después, sonaba Iceberg. En 40 Principales sonaba Iceberg, Triana, Medina Azahara, y luego Burning, y luego yo, y luego Paul Maccartney, se oía todo, sonaba todo, y cada uno elegía lo que le gustaba. Desde hace bastante tiempo esto está secuestrado, especialmente está secuestrado el rock por una razón fundamental, y sin ánimo de menosprecio hacia ningún otro colega de otro género, los músicos de rock en general hemos demostrado tener mucha más capacidad crítica. Somos incomodos para la industria, que siempre ha buscado al grupo kleenex, y no digamos ya la emisoras de radio, quitando cuatro excepciones, ya me contaras donde vas a escuchar a Loquillo, o a Barricada. ¿Dónde la gente ha podido escuchar el «Balmoral» de Loquillo? Un discazo. Uno de los mejores discos de rock que se ha hecho nunca en este país. ¿Dónde? Permiten a alguien que tiene mucho éxito como Fito & Fitipaldis, porque como tiene mucho éxito no pueden darle la espalda a eso, claro, sino sería un escándalo. Pero la ingeniería entre el Amaral comercial, y el Amaral independiente, es que por cada cincuenta veces que sonaba antes, ahora suena una. El gusto musical esta secuestrado en este país.
¿Crees que el rock es un género menor o un referente cultural?
Sin duda un referente cultural. Que me cuente alguien a mí, mas allá de la influencia de la música clásica o culta, que otra música ha influido sobre generaciones de individuos y ha marcado épocas. La música rock se usa para todo: para los anuncios de televisión, para los trailers de las películas, para las bandas sonoras de las propias películas. El rock, es un referente cultural sin ningún género de dudas,
La industria musical parece estar herida de muerte por muchos flancos, al 21 % del IVA le sumamos la degradación del soporte CD, la escasa asistencia de público a los conciertos o la falta de alternativas para la música en directo. ¿Se te ocurren algunas medidas paliativas que puedan ayudar a mejorar la música?
El análisis que acabas de hacer es real. Eso todo en conjunto ha devenido en este desastre. Si ya teníamos un problema con los precios, con un 21 % de IVA es una cosa exagerada. Cuando ya habíamos conseguido racionalizar el precio, y que la gente entendiera que de ese precio el artista se lleva una pequeña parte, el autor otra parte pequita, el productor una un poquito más grande, el distribuidor la más gorda, y luego ya el que lo vende, las grandes superficies lo que les toca, que es mucho. Estaba entendido que eso tenía un reparto, y que a cada uno le toca su parte, y uno es corresponsable de la parte que le toca. Y entonces, llega un señor y mete el 21 %, en una venganza absoluta contra el mundo de la cultura por la falta de apoyo, y sobre todo, por lo critico que ha sido siempre el mundo del cine y de la música, especialmente con el tema de la Guerra de Irak, etc. Una venganza mortal, que le va a costar la vida al cine al teatro, a todo en general. Si encima, hay crisis, y la gente tiene cien pavos para gastarse en conciertos, y la entrada de Bruce Springsteen cuesta noventa, le quedan diez para gastarse. Y con estos diez, van a lo gratis o a donde pueden. Los grupos españoles no deberían tocar jamás gratis. Nunca jamás. Salvo cuando quieras hacer un concertó benéfico, porque te apetezca regalar. Yo regalé el concierto de La Riviera. A 3.200 personas. Porque era el veinticinco aniversario y me apetecía. Pero esto de la gratuidad permanenete en las plazas de los pueblos, en las calles, que parece mentira. Eso es un gravísimo error. Aquí no hay nadie que haya visto a Coldplay gratis. O a Springsteen, o a Madonna. Como resulta que tu un dia tocas en La Riviera, que te cuesta dios y ayuda, meter quinientas personas y te salen los números regular, y tres semanas más tarde tocas en una plaza en el Barrio de El Lucero. Tú tienes que tocar para tu público. ¿Qué público tienes? ¿Cuánta gente te quiere ver? ¿350? Pues te tienes que adecuar a esas 350 personas. Y te adecuas a esa gente. No te vas a Cáceres, a tocar en una fiesta, donde al 90 % de la gente no le importas, no habían pagado nada por verte, pero están disfrutando de lo que les das gratis por que son las fiestas del pueblo. Eso es un gravísimo error. ¿Por qué digo esto? Porque la única salida que nos queda es tocar en directo. Y luego vender tui disco allí. Si no, no hay salida.
Si tuvieras que quedarte con una imagen, o una palabra que definiera tu carrera como cantante ¿Qué utilizarías?
Mira, autentico, es una palabra tan desgastada y tan tramposa, que yo no hago rock auténtico, hago rock de verdad. Quizá, la verdad. Es una palabra que me gusta porque proviene del argot del toreo, nos guste o no nos guste el toreo hablo simplemente de su literatura, la verdad, cuando el torero se muestra de verdad, cuando se está jugando la vida, no está engañando, no torea con el pico, y se muestra impoluto delante del toro. Pues, yo hago rock de verdad.
Y si tuvieras que destacar un recuerdo o momento vivido en este trayecto de treinta años ¿Cuál sería?
Es difícil. Recuerdo un concierto en el Paseo de Camoens, que se dijo en el suplemento de El País, que Ramoncin había llevado a medio millón de personas en un concierto. El momento en el que yo paré el concierto, para que subiera al escenario Enrique Tierno Galván. La comunión de la gente con un político, me da igual, de izquierda o de derecha, la comunión de la gente, la tolerancia, la comprensión, la relación, la complicidad, eso es hoy en día impensable. ¿Tú te imaginas hoy en día un concierto en la Plaza Mayor subiendo al político que sea al escenario? ¿Tú te lo imaginas? Bueno, pues había un momento en Madrid, que uno podía parar un concierto para pedir que subiera al escenario el que había hecho de nuestra ciudad un lugar mejor donde vivir, Enrique Tierno Galvan.
Loquillo entrevista a Ramoncín para Rolling Stone
Ramoncín no acierta a adivinar de donde salen los gritos e insultos que desde su primera respuesta a las preguntas de José María Pallardó, vara del programa de moda de la radio barcelonesa, Al mil por mil, suenan cada vez con mayor violencia. Una luz cegadora le da de lleno, sabe que está solo, que nadie saldrá a defenderle, se enfrenta a un público dividido entre quienes han ido a la discoteca Psicosis a festejar el inicio de la primavera del 78 y los que lo hacen para ver uno de los primeros videoclips que se presentan en España, Wuthering heights, de Kate Bush.
Los que gritamos e insultamos somos un grupo de rockers mosqueados por sus declaraciones sobre Elvis, se la tenemos jurada. Ramoncín actúa al día siguiente en La Paloma, es su presentación en Barcelona, su primer disco, Ramoncín y WC, ha sido publicado por la multinacional EMI, y la revista Popular 1 le ha dedicado un extenso reportaje que levanta ampollas entre el resto de bandas nacionales, más que nada por envidia. En poco tiempo el cantante ha conseguido captar la atención de todo el país, su imagen rompe tanto con el tópico del cantautor aburrido panfletario como con la del rockero enrollado de «paz y amor, hermano». El punk entra en los hogares españoles, la Transición ha llegado también a la industria musical, que sigue lanzando al estrellato a cantantes melódicos de dudosa sexualidad, italianos mojabragas y rumberos de extrarradio (en eso poco hemos cambiado).
El pub Uve, llamado así por la serie de TV de moda a mediados de los 80, es frecuentado por un personal que no desentonaría como figurantes del telefilme de ciencia ficción. El local es famoso por ser uno de los pocos reductos de rock español en una Barcelona preolímpica que vive la fiebre del diseño catalán. Higinio, uno de los capos del local, no para de pinchar los discos de Ramoncín y Burning, yo le discuto que ahora Ramoncín se pasa el día en La Bodeguilla de La Moncloa con el presidente del Gobierno y que todo eso resulta sospechoso. Entre copa y sustancias adictivas que hacen de la noche el centro de mi vida, me aprendo la discografía completa del ex rey del pollo frito, que termina por conquistar el lado más macarra de mi corazón. La canción Estamos desesperados es nuestro himno marciano, y la frase «eres el ácido de mis venas» se convierte en un clásico entre la clientela del local. Higinio me insiste en que le consiga un cartel firmado por el cantante de Vallecas mientras suena La chica de la puerta 16, una canción compuesta por Ramoncín y Pepe Risi, y yo pongo cara de circunstancias.
Diciembre de 1996, la sala Bikini se prepara para vivir una noche histórica, con toda una generación de rockers españoles juntos por primera vez en un escenario. Las fotos de Manel Esclusa retratan a quienes para mí han marcado el camino a seguir: Pepe Risi, Jaime Urrutia, Carlos Segarra, Gabriel Sopeña y, claro está, Ramón (ahora le gusta que le llamen así). Cantamos a dúo Al limite a una velocidad infernal, mientras los medios de comunicación critican la reunión de «viejas glorias» y se ceban en Ramón como si del anticristo se tratara. Se habla de los grupos indies (antes independientes, ahora cantan en inglés) y de lo auténticos que son, y se le acusa de vendido y traidor por haberse convertido en una figura mediática y arreglarse la nariz, de paso. Además, está su vinculación al frente de la directiva de la SGAE, lo que le granjea el odio generalizado pues ya se percibe en el ambiente que la SGAE se parece cada vez más a un club privado que a una sociedad de gestión.
La polémica sigue persiguiendo a Ramoncín en los 90. En la edición del Viña Rock del 2006 una turba lanza al escenario, nada más iniciada la actuación, CDs en forma de estrella que a punto están de provocar una desgracia entre músicos, artista y miembros de su familia que se encontraban en el escenario. El patriarca del rock español, Miguel Ríos, afirmaría poco después que ese día fue el de la vergüenza de una profesión que no tuvo bemoles de denunciar lo que en toda regla era un intento de linchamiento público, pero, claro, ¿quién se la juega por Ramoncín en plena guerra contra la piratería? Es el único paladín en la defensa de los derechos de autor frente a los intereses de las telecos, las más interesadas en las descargas gratuitas. Un mes más tarde, en la propia sede de la SGAE, un grupo pretendió asaltar el edificio con caretas con la imagen del cantante. Todos estos incidentes le costaron a Ramoncín vivir con escolta durante una larga temporada, hasta que, al fin, abandonó la SGAE tras 18 años sin ningún tipo de reconocimiento por parte de la entidad que, muy inteligentemente, le había utilizado para que recibiera los golpes que iban dirigidos a otros.
Madrid, abril de 2010. Treinta años después vuelvo a tener al personaje frente a mí; sigue igual de solo y de polémico. Esta vez no vengo a insultarle ni a poner en duda su carrera ni su forma de llevarla, ni tampoco su etapa en la SGAE. Injustamente tratado por parte de una prensa musical con la que ha tenido más de un rifirrafe, en los medios conservadores lo machacan y en los que presumen de izquierdas hacen mutis por el foro. Se olvidan de su vinculación con la revolución sandinista mucho antes de que los grupos de rock radical llevaran camisetas de Sandino, o del apoyo que mostró en los peores momentos al PSOE de Felipe González. Todavía hay quienes piensan que sigue en la SGAE, cuando dejó de formar parte de su directiva hace ya casi cuatro años. Su trayectoria musical nos ha regalado un buen número de canciones que han marcado a toda una generación. Las que vinieron más tarde sencillamente pasaron de su legado o se apuntaron al carro de «hay que ir a por él». Además de la música, su Tocho cheli es imprescindible a la hora de conocer el lenguaje y seña de identidad de un Madrid que es mucho más que una ciudad.
Relajado y con esa sonrisa de medio lado que le caracteriza, cerca de cumplir los 55 y con un aspecto envidiable que para sí querrían muchos críticos y músicos. Ha vendido más de un millón de discos en España, con 10 discos en el mercado más los consiguientes recopilatorios, y observo en su mirada la soledad del corredor de fondo, la misma que tenía cuando lo vi en aquella discoteca barcelonesa. Ha vuelto al estudio para grabar su primer disco en 12 años, es un héroe cansado que vuelve en busca de su primer amor. Ramoncín es, junto a La Banda Trapera del Río, con la que compartió el cartel del primer festival punk celebrado en España, en Barcelona en el año 1977, y de los incombustibles Burning, un pionero que expresó la realidad de la calle en una España que despertaba tras 40 años de dictadura. Ellos tiraron la puerta abajo; sin Ramón yo no habría tenido cojones de subirme nunca a un escenario. Al verlo por primera vez en aquel programa de 1978 llamado Dos por dos, presentado por Isabel Tenaille y Mercedes Milá, vacilando al personal y cantando Marica de terciopelo con un rombo pintado en el ojo derecho, una muñequera de pinchos y unas gafas de mosca, pensé: «Yo tambien puedo hacerlo».
“Sin Ramón yo no habría tenido cojones de subirme nunca a un escenario. Le vi en la tele vacilando al personal y pensé: ‘Yo también puedo hacerlo” (Loquillo)
Ramón, llevo años esperando poder hacerte esta pregunta… ¿Te operaste la nariz ?
¡Serás cabrón! En 1988 tenía desviado el tabique, no podía respirar, tenía que ponerme un chisme que se utilizaba para la gente que roncaba, aún no se había inventado las tiras. Fue el doctor Planas de Barcelona quien me operó, y yo con el miedo en el cuerpo de que mi voz pudiera cambiar y volverse distinta.
Ahora que hablas de Barcelona….
En el 77 yo estaba en la mili, en San Clemente (Girona) y fui destinado a Barcelona, al cuartel de Jaén, 25. A diferencia de lo que pasó en los 80, nosotros teníamos la mitología de que todo pasaba en Barcelona: bajabas al puerto y podías comprar condones en todas partes. Aquí en Madrid tenías que ir a La Favorita, en la calle Peligros, y a ver si tenías suerte.
Con la talla…
[Jeje] Parece una gilipollez, pero era así de complicado… En Barcelona pasaban cosas: los primeros hippies, las primeras bandas, las calas donde podías practicar el nudismo… Cuando me dijeron que me había tocado la mili en San Clemente pensé: «¡Esto es lo mejor del mundo!». Recuerdo una visita a casa de Dalí. La madre de mi hija Andrea, la fotógrafa Diana Polakov, frecuentaba a Dalí y él le pintó una oreja. Gracias a eso nos recibió Dalí a mí y tres colegas más, vestidos de militares, y nos trató de maravilla.
¿Cómo te metes en una banda de rock?
Cuando llegué a la mili ya había debutado con WC… Me di cuenta de que me gustaba escribir cosas y que había un camino para hacer que la gente las oyera. Traducía las letras del inglés con un diccionario Collins palabra por palabra. Así traduje Heroin, de Lou Reed.
Siempre he creído que el inicio del rock & roll contemporáneo en España no es Elvis…
Ni Gene Vincent, al menos en nuestra generación. Es posible que los grupos anteriores sí fueran influenciados por Elvis o Gene Vincent, pero a nosotros lo que nos parecía alucinante era Lou Reed, incluso Bowie.
¿Y cómo pasaban tus letras la censura?
Desde que escribí canciones como Noche de cinco horas en el 76 hasta el 78 que la grabamos, más los dos años siguientes que salimos de gira, jamás conseguí que la autorizaran, y si la tocábamos teníamos que poner un cartel en la entrada donde se advertía que el espectáculo podía herir la sensibilidad del espectador. Fui a examinarme en el 74 para obtener el carnet del sindicato vertical, y tenías que cantar una canción propia y otra conocida en castellano. Canté Oye como va y cuando me dijeron «una de ustedes» canté El rey del pollo frito. Tenías que ver la cara de esos tres tíos. Al bajista no le dieron el carnet porque tenía 15 años, y yo todavía lo estoy esperando, porque el momio palmó durante el trámite .
Como fan, háblame de la historia de la canción Putney bridge.
Estaba viviendo en Londres, y para ir del centro a Wimbledon, donde vivíamos, pasábamos por el puente de Putney. Un día se para el metro en medio del puente, veo el alboroto, bajo con mi chica y descubro cómo las barcazas de la policía sacan un cadáver del río, y observo que en la parte posterior de la cazadora de cuero que lleva el individuo está escrito el nombre de los Clash. «El ultimo punk se suicida en Putney Bridge» [canta].
¿Cómo ves la escena rock en la actualidad en nuestro país?
¿Cuántos hacemos rock, Loco, dime? El rock estaba proscrito entonces y ahora, no hemos cambiado. En las radios españolas no suena ni Bruce Springsteen, ¡que le gusta a todo el mundo! Somos una especie en peligro de extinción, hermano. Los programas de rock han sido barridos y se han refugiado en Internet, estamos peor que nunca, al menos antes te colaban en medio de los melódicos de turno…
¿Por eso decides grabar un nuevo trabajo después de 12 años?
Yo grabo mi primer disco en el 78 y hasta el año 90 grabo un disco al año, escribo cuatro libros y trabajo en cine y televisión porque creo que algunos tenemos esa capacidad de trabajo. En el 92, después de salir de gira con el directo Al límite vivo y salvaje me dio la sensación de estar en una cadena de montaje y decidí parar durante cuatro años. Luego, después de grabar los cinco temas que acompañaron la recopilación Ángel de cuero me dio por pensar que esta cosa del rock es para cuando tienes 20 años, creo que eso lo hemos pensado todos alguna vez….
¿Qué culpa tiene tu proyecto The Cover Band 1965-1975 en tu regreso? Ahora que se habla de la memoria histórica, tú recuperas el pasado del mejor rock español.
Había que hacerlo; un vinilo y un CD que acaba de salir en homenaje a toda una generación. ¡Es cuando me doy cuenta de que tengo material para grabar diez discos seguidos! Porque, querido, lo que no he hecho en este tiempo ha sido dejar de tocar con mi banda, siempre dispuesta, con las armas limpias.
¿Cómo son las canciones de tu nuevo trabajo, Cuando el diablo canta?
Yo creo que es como un primer disco, el que yo quería hacer. No soy de los que una vez terminada la canción le doy mil vueltas, yo la guardo en un cajón y la dejo reposar. Al estudio hay que ir como Mick Tyson al ring: cuanto menos tiempo estemos aquí, menos posibilidades tenemos de que nos hinchen a hostias, y así hemos grabado. ¡Me voy a pasar en el estudio los próximos seis años, cabrón! Te voy a adelantar, voy a grabar un disco cada seis meses.
Hablemos de política, tu relación con el Frente Sandinista y con el PSOE. Recibiste [la condecoración] el botón de Sandino y saliste en la portada de ¡Corta! con un clavel rojo…
En su momento era maravilloso: me convertí en alférez del Frente Sandinista. Ahora son todos unos corruptos, y el tipo que me entregó el botón de Sandino, Tomás Borges, es un sinvergüenza que ahora vive en Miami. Los Clash hicieron Sandinista!, pero no fueron a tocar como fui yo, rodeados ya por la VI Flota: cuando fui a cantar a Nicaragua en el 84 los marines estaban a punto de invadirla y la Contra estaba en la frontera. Lo primero que me dieron al llegar fue un kalashnikov (un tipo de rifle)… «Esto es por si las moscas». De vuelta a casa todo fueron problemas, los billetes y mis papeles habían desaparecido, y fue Felipe González quien me sacó de ahí, mi vida corría serio peligro.
¿Sigues creyendo que un artista debe tomar partido y mojarse por aquello en lo que cree?
El que cree en una idea y no lo hace no se puede afeitar. Otra cosa es que tú decidas no tener una actitud: «Yo soy un artista y no me meto en eso, vivo en el limbo» [risas]. Apoyé a Felipe González cuando perdió y cuando ganó porque creía en él.
¿Cuántos hacemos rock, Loco, dime? En las radios españolas no suena ni Bruce Springsteen. Somos una especie en peligro de extinción, hermano. (Ramoncín)
Hablemos de tu aportacion al lenguaje, El tocho cheli, y de la jerga que muchos que no éramos de Madrid descubrimos en tus canciones… ¿Existe realmente un rock español? ¿Por qué se empeñan en llamarlo latino?
Una vez en un programa de TV en Miami me decían que yo hacía rock latino. «No, perdón», interrumpí, «en español». El tocho cheli, en sus dos volúmenes, es el diccionario de jergas con más entradas y acepciones del mundo, me costó mucho tiempo hacerlo y sigo presumiendo de ello.
¿Es el rock un género menor?
Hoy en día, a diferencia de las bandas de los 60 que no podían expresarse libremente por culpa de la censura, el cancionero español tiene unas letras brutales: Robe Iniesta, Bunbury, Urrutia… Ray Davies es considerado uno de los mejores poetas en lengua inglesa, en Inglaterra nadie lo duda, aquí en cambio seguimos siendo unos proscritos.
¿Qué ocurre cuando tus hijos ven que intentan lincharte y nadie da la cara por ti, ni los del camerino de al lado? Sólo Miguel Ríos sale en tu defensa días después.
A ese grupo de individuos que no dejaban de llamarme hijo de puta… Bajo y les inflo a hostias uno a uno. Cuando vi que uno de esos CDs preparados para lo peor se clavaba en la batería, saqué a todo el mundo del escenario. Ya en el camerino, mi chica cogió a mi hijo Joel y le dijo: «esto pasa porque tu padre no es un cantamañanas». De los 80 grupos que tocan en el Viña Rock yo soy el único que defiende los derechos de todos y el único que no puede tocar. Tres meses más tarde todos cobraron derechos de la SGAE, los 79, compañero. Ese día, amigo, perdimos la batalla, ahora estamos así por eso.
¿Cómo decides meterte en la SGAE?
Cuando me lo ofrecieron por mi carácter luchador era todo un orgullo, ganamos a una candidatura continuista que presidía Felipe Campuzano y la SGAE pasó de recaudar 3.000 millones de pesetas a 60.000 millones. Para mí era todo un orgullo defender a mis compañeros, pero desde hace ocho o nueve años advertí de lo que iba a pasar, expuse que o explicábamos esto o pronto no habría quien lo explicara, por el cambio tecnológico y para que no nos cogiera el toro. He defendido algo por lo que me han elegido mis compañeros, un colectivo de 100.000 personas, he defendido y he creído en eso.
¡A mí me apedrean por defender a este tío, a este hipócrita, se acabó! Y desde hace tres años y medio no estoy en la SGAE. (Ramoncín)
La discusión que tuviste en el AVE con uno de los grandes de la musica española me la contó un amigo que viajaba en ese vagón. Cuando te recriminan el canon y a eso añades el intento de linchamiento público, ¿cómo se te queda el cuerpo? ¿Vale la pena seguir?
Tú haces algo en lo que crees y un día en un tren un compañero de mi generación me dice que no está de acuerdo con el canon. «Me parece muy bien, pero ¿sabes lo que es el canon?», le digo: «el uno por mil de lo que la industria tecnológica recauda, se paga en los 29 países de la UE, no me lo he inventado yo, y se reparte entre todas las sociedades de gestión». La gente piensa que eso es para que Alejandro Sanz se pague una moto de agua y no para que un poeta avejentado pueda pagarse unas gafas a través de la sociedad de gestión que lo defiende. Después de contarle con pelos y señales el funcionamiento le digo: «Por cierto, tú eres el que más ha recaudado con el canon durante el pasado año, ¿lo has mandado a algún sitio?». Se pone blanco, se hace un silencio, vuelvo a mi sitio y hago la reflexión: ¡A mí me apedrean por defender a este tío, a este hipócrita, se acabó! Y desde hace tres años y medio no estoy en la SGAE. Ahora hay una junta de 38 personas que deberían dar la cara, entre ellos Iciar Bollaín, Jorge Drexler, Ventura Pons, Teo Cardalda, Soledad Giménez, Caco Senante, Mikel Erentxun… Aunque sería injusto no decir que algunos se están dejando la piel. Otros, aterrados por el impacto brutal y negativo, simplemente se ponen paraguas para no calarse con la lluvia de hostias que caen.
¿Estás de acuerdo con el funcionamiento actual de la SGAE?
La SGAE tiene un problema fundamental: ha perdido completamente su relación con la sociedad, no sabe comunicar, ni explicar, ni defenderse de los ataques. Lo primero que tiene que preocuparse la SGAE es de sus socios. Sinceramente, en lo que se refiere a su cometido de recaudar y repartir, lo hace mejor que ninguna otra. No olvidemos que es una de las cuatro mejores y más importantes sociedades de autor del mundo… ¿Pero cómo puede ir por ahí un tipo que ha cobrado del canon 92.000 euros y decir a la prensa que no está de acuerdo con el canon? Si no estás de acuerdo vamos a mandar tu dinero del canon a una asociación para la infancia o grabamos 15 discos a grupos nuevos. Tú decides, ¿qué prefieres? La industria tecnológica, las telecos, se lo han hecho de puta madre. «Llueven hostias pero no contra nosotros», piensan. El chaval cree que esta descargando una canción gratis, pero está pagando un ADSL. Está todo tan manipulado que no hay forma de hacerse entender, estoy en contra del 50 por ciento de algunas cosas que hace ahora la SGAE. Si yo fuese el máximo responsable lo que haría sería abrir un abanico de encuentros con todas las partes para tratar de zanjar el asunto y me comunicaría directamente con la gente a través de la publicidad, acercamiento en las calles con autobuses informativos o algo así, y dejaría de gastar en un departamento de comunicación que nunca ha sabido, o podido, comunicar la realidad.