Miedo a Soñar (El Álbum en Imagenes) (1.997)

Este videoplaylist contiene las imagénes grabadas en la Sala Manuel de Falla del Palacio Longoria en Madrid a finales de 1997. Los videos se editaron omoparte del Triple DVD «Canciones Desnudas. Volumen II.
El Corazón de la Ciudad
La Pared
Hijo
Miedo a Soñar
Sangre y Lágrimas
Rosa
En el Ojo de un Dios
¡Sí, Sí!
Esperamos que los disfrutes y si te gustan ¡¡compártelos!!

Que Noche la de Aquel Año (TVE 12.06.1987)

Este videoplaylist contiene el mini concierto realizado para el mitico programa de Television Española presentado por Miguel Rios «Que Noche la de Aquel Año» (12 de junio de 1987)
– Rock and Roll Duduá (con Miguel Ríos)
– Hormigón, Mujeres y Alcohol (Litros de Alcohol)
– Putney Bridge
Ramoncin: Voz, Guit.
Basilio Montes: Bajo
Miguel Angel Sarracin: Bateria
Antonio Molina; Guit
Julio Strombaker: Guit
Cristobal Delgado: Teclados
Pierre Leon: Saxo

Litros de Alcohol (Hormigon, mujeres y alcohol)

Es uno de los himnos por excelencia del rock español; «Hormigon, Mujeres y Alcohol» (Arañando la Ciudad – Hispavox, 1981) más conocido como «Litros de Alcohol». Esta version se realizó en directo dentro del mitico programa de Television Española presentado por Miguel Rios «Que Noche la de Aquel Año» (12 de junio de 1987)
Ramoncin: Voz, Guit.
Basilio Montes: Bajo
Miguel Angel Sarracin: Bateria
Antonio Molina; Guit
Julio Strombaker: Guit
Cristobal Delgado: Teclados
Pierre Leon: Saxo
Letra y Música: Ramón J. Márquez / Fernando Murias.

Para ver la discograía oficial completa pulsa aquí »»

Sinfonía Rockera

Para muchos, hablar de un artista tan controvertido como el de Ramoncín, requiere un ejercicio de animadversión enquistada. Para mí personalmente, supone hablar de uno de los referentes culturales que más ahondaron en mi persona. En unos tiempos donde ser progresista era prácticamente un suicidio artístico, este hombre supo enfrentarse a base de punk, rock & roll, talento y coraje, contra un sistema aun rezumando intolerancia y cerrazón. Sin duda, compuso gran parte de la banda sonora de la transición democrática. A muchos, nos ofreció grandes canciones que nos han ido acompañando a lo largo de nuestra existencia, como un garante de nuestra cultura rockera. Así pues, aliviado del fantasma mediático, tan insolente como persistente en la opinión pública, me dispongo a elaborar una crónica serena, limpia de toxinas, de un buen concierto de rock & roll; un show colmado de adrenalina, aptitud, y recuerdos, que impactó en los muchos fans que se acercaron a la Sala Shoko Live! para escuchar al ídolo que ha ido perdurando a lo largo del tiempo. Un público compuesto por un universo de perfiles variopinto, desde personas que pasaban de la cincuentena, hasta gente mucho más heterogénea, formada por recién incorporados, o también, aficionados que curiosean en el cosmos del rocanrol patrio. En cualquier caso, la audiencia estaba dispuesta a dejarse llevar por el ritmo y los embates de unas canciones que marcaron una época. Por tanto, mucha expectación en los momentos previos, y ciertas caras de nerviosismo cuando el tiempo estimado para el comienzo del show se demoraba ligeramente. Sin embargo, apareció sobre el escenario, con su espigada imagen por la que parece que no pasado el tiempo. Sonriente, pletórico, mirando a la multitud que llenaba la sala con un brillo de reafirmación en la mirada. Allí, estaba, después de tantos años sin tocar en directo. Ahora sí. Acompañado por una banda de lujo, La Banda Del Diablo: tres guitarristas, bajista, teclista y violín eléctrico. Un combo compacto y bien definido.

Tres horas de placer pletórico, de intensidad efusiva, dejándose deslizar por el pasado, el presente y el futuro, de un artista que aún tiene mucho que ofrecernos de su talento.

Los primeros compases sonaban, las guitarras crepitaban, y se abría la puerta al mundo único de un artista que ha ido labrando una trayectoria de rock y pasión, con un repertorio que pasó revista exhaustiva a toda su producción artística, con un show compuesto por veintinueve canciones y casi tres horas de duración. Mucho trabajo por delante. Ramón posee un fondo admirable, y una aptitud mucho más demoledora, así es que no le costó entrar en la órbita para poner las emociones en su sitio, cuando las canciones fueron sobrevolando el espacio dejando su impronta en el interior del público. Miraba a un lado a otro, gesticulaba, realizaba un escorzo, o lanzaba una mano al aire como un grito de insolencia. Poses con las que su histrionismo relanzaba su genialidad. Como un ráfaga increíble fueron surgiendo todas las canciones que lo mantienen aún vivo, desde «La Chica De La Puerta 16«, «10 Segundos«, «En El Infierno«, «Canciones Desnudas«, «Hola Muñeca» hasta las más célebres e imperecederas como «Felixin El Vacilón«, «Rock & Roll Duduá«, «El Cuchillo Y La Herida» o «Blues Para Un Camello«. Uno de los momentos álgidos de la noche se produjo con el tema «Como Un Susurro» una canción sempiterna, que marco una de sus etapas más brillantes. Tras un descanso, fueron cayendo «Sangre Y Lágrimas«, «Miedo a Soñar», «Mandan Los Lobos«, y las más vitoreadas «Al Límite» y «Hormigón, Mujeres y Alcohol«.

Tres horas de placer pletórico, de intensidad efusiva, dejándose deslizar por el pasado, el presente y el futuro, de un artista que aún tiene mucho que ofrecernos de su talento. Muchos de los fans que se desplazaron desde otros puntos del estado para verlo, se llevaron en los bolsillos recuerdos imborrables, y en el corazón, una gota de pasión desbordante. Más no se podía pedir. Bueno si, continuidad. Que haya muchas más noches como está, a pesar de las inclemencias y de los desórdenes de todo tipo. Que la luz no se apague, porque aun, queremos escuchar esa armónica envenenada de sangre y alcohol. Aun necesitamos tipos que nos enciendan alma, y nos revuelvan los rescoldos de las pasiones. Que rompan la rutina de nuestras madrugadas, cuando el desamor se desangra en cualquier callejón oscuro de la ciudad remota.

Artículo extraído de la web Rockcultura

El gusto musical en España lleva secuestrado ya mucho tiempo

Ramón J. Márquez, más conocido como Ramoncin, es un personaje controvertido, amado y odiado a partes iguales, pero que, como no podía ser de otra manera, ha sido un referente incontestable del rock en este país. Sus aportaciones más destacables «Barriobajero», un disco que revolucionó la cultura rock, y uno de los mejores directos grabados nunca «Al Límite, Vivo Y Salvaje». Su carisma, en ocasiones, ha sido eclipsado por su controvertido personaje mediático, siempre envuelto en la polémica y la acritud de muchos. No obstante, su raza rockera prevalece siempre por encima de los ruidos de fondo. Se presenta el próximo día 7 de Noviembre en la Sala Shoko Live de Madrid junto a La Banda Del Diablo. Hemos querido hablar con él sobre lo humano y lo divino y su retorno a los escenarios.

El gusto musical en España lleva secuestrado ya mucho tiempo. La gente en este país no sabe que aquí hay bandas y músicos de rock excelentes, que hacen discos excelentes cada año, y sin embargo, no tienen difusión

Después de un espacio de tiempo prolongado te presentas ante el público de Madrid en la Sala Shoko, para ofrecer uno de tus vitalistas shows cargados de rock & roll ¿Qué sensaciones te despierta tu regreso a los escenarios?

Yo esto me lo tomo siempre como una Yihah. Cuando llega el momento de tocar, de poner un disco en escena, lo primero que hago son unos ensayos hasta el último detalle y con la banda al cien por cien. Es lo que aprendí en los años de universidad y de teatro. A mí, la persona que me adiestro en el teatro me decía «a mí la representación me da igual, a mí lo que me importa es que hagáis bien los ensayos». Me encanta ese planteamiento. Si los ensayos son perfectos al final la representación tiene que ser buena. Estoy súper a gusto. La banda lleva ya la mayoría mucho tiempo tocando conmigo. Debuta solo el teclista. El resto son los músicos que me han acompañado en los últimos conciertos, y sobre todo, en las últimas grabaciones. Conocen perfectamente toda la metodología que utilizo yo para preparar los temas par directo. Es la banda que todo el mundo sueña tener, una banda sin suspicacias, que todo el mundo le deja espacio a todo el mundo, que dialogan musicalmente, que respetan los silencios los unos de otros, y esto, a mí, me hace muy feliz, y sobre todo, me lo ponen muy fácil para yo poder desarrollar mi trabajo.

En tus conciertos hay una avalancha de energía y sobre todo de aptitud. Hay bastante expectación por saber si Ramoncín sigue manteniendo el tipo sobre el escenario. ¿En qué estado de forma anímico te encuentras?

Yo creo que mi estado anímico es aún menor que mi estado físico. Yo mismo me sorprendo. Porque digo «hostia tío, ¡para! treinta y una canciones. Podemos hacer veinticinco que no pasa nada». Pero hay algo que dice, no, no, esto podemos hacerlo. Físicamente me encuentro perfecto. Vamos a dar un gran concierto, y lo que es más importante, es que creo que mi voz está respondiendo a un castigo duro. Subirte a un escenario y cantar, treinta y una canciones no es fácil, lo hacemos muy pocos, y con mucho cuidado. Haremos un concierto entre dos horas y media y tres, arriba del todo.

Se espera un show con un repertorio donde abunden los clásicos de tu trayectoria, aunque me imagino que gran parte del peso lo tendrán los temas de tu último disco «Cuando El Diablo Canta». ¿Qué vamos a poder ver el próximo día 7 de Noviembre?

Yo no quiero ser un rockero más que canta sus éxitos de hace veinte años

Yo no quiero ser un rockero más que canta sus éxitos de hace veinte años. De hecho, alguna pensé que esto podría ocurrir, y es lo que me ha llevado a dar un paso atrás. Yo incluyo un número de canciones de «Cuando El Diablo Canta» que no es mayor que las canciones que van de «Barriobajero», por ejemplo. Aunque en realidad, «Barriobajero» es el disco estrella de este repertorio que hemos montado ahora. Hay temas de todos los discos. No hay ninguno de mis discos del que no haya algún tema. Pero con lo que yo disfruto de verdad, es cuando incorporo. El otro día ensayábamos una canción que se llama «Mandan Los Lobos» del último disco. Cuando yo incorporo en el sonido, el ambiente, el clima, en la forma de interpretar, una canción que acabamos de hacer ahora, casi veinte años más tarde de que grabáramos «Miedo A Soñar», y veo que encaja, que no notas el salto, no notas la diferencia entre unas canciones y otras, y eso es una cosa muy delicada. Cuando vas a ver a otra gente, y dice ahora vamos a tocar un nuevo tema, y ese tema suena a otra cosa, suena desgajado, por sonido, por tipo de composición, a mí no me gusta. Me suele repeler. En el caso de este repertorio no.

Musicalmente eres un artista que ha navegado por diferentes conceptos desde el punk hasta el rock más primario. A lo largo de tu carrera has demostrado ser un artista camaleónico que se mueve en todo tipo de terrenos. ¿A día de hoy como te consideras más rockero o cantautor?

Yo soy más rockero. Hay algo en la actitud, en la forma de hacerlo. Yo soy cantautor porque compongo mis canciones. Pero hay una forma de decirlo, y podría parecer un cantautor si me pongo con mi guitarra, acompañado por los chicos de la banda en un lugar y con una forma de decirlo, pero cuando estoy electrificado y con la banda al completo, hay algo en la manera de ponerte en el escenario, de sujetar el micro, de mirar a la gente, de decir las cosas. Hay una parte en el rock que hay que decirla, hay que contarla como si fuera un cuento, como quien cuenta un pequeño relato. Y si esa forma de decir se hace de una manera, es cuando te conviertes en un rockero.

Muchos de tus discos como «Barriobajero» o «Arañando La Ciudad» pasaran a la historia de los rock como verdaderos referentes culturales de toda una época. ¿Atribuyes este particular a un momento coyuntural de la historia de este país o a una aptitud puramente revolucionaria?

Un poco las dos cosas. Primero eres un crio, tienes veinticuatro años, cuando grabo «Barriobajero», y veinticinco cuando grabo «Arañando La Ciudad», y segundom es que en aquellos tiempos ocurrían cosas importantes en España, un momento en que pasaban cosas de verdad, que las cosas cambiaban de verdad. La gente podía ir a votar a elegir a sus representantes más cercanos, en el cual los ayuntamientos se abren completamente a la cultura, el arte, hay conciertos, puedes tocar en cualquier sitio, la gente que hace cine se interrelaciona con la gente que hace música, los que hacemos música hablamos con los poetas, pasa algo que no es la movida, no es algo comercial, es algo más denso, mucho más profundo, y creo que es una mezcla de las dos cosas. Y también hay un momento creativo importante.

Yo tengo la impresión de que las bandas de rock de este país, sobre todo las que comienzan, son incapaces de encontrar canciones que se conviertan en himnos y que él público pueda hacerlas suyas. En tu caso canciones como «Soy Un Chaval», «Barriobajero» o «Hormigón, Mujeres Y Alcohol» fueron canciones que marcaron una época ¿Hay una decadente manera de componer rock y de llegar a la gente?

Lo que creo que le pasa a una gran parte de los músicos jóvenes es que desdeñan a los músicos anteriores. Ya no se trata solo de matar al padre, voy a matar también al hermano. Hay un gran desdén sobre todo lo que se ha hecho antes. Se dejan influir por un determinado tipo de mensaje y de pensamiento, hay una creencia de lo lo indie, lo nuevo, lo que innova, lo que se aleja, es lo adecuado. Hay que mirarse en los demás. L otro dia escribia en mi web: Yo sin Lou Reed no existiría. Ahora que ha muerto, ahora que mucha gente habla de Lou Reed, parece como si aquí todo el mundo le adorara, cuando se le lleva olvidando veinte años o más. Yo no concibo, ni hubiera concebido nunca «Marica De Terciopelo» o «Noche Cinco Horas» sin haber oído especialmente «Berlín». Jamás lo hubiera podido concebir, porque hay una parte de la historia de «Berlín» que tiene que ver con otra parte de la historia de esa canción. Le recomiendo a la gente que la oiga. Hubiera sido imposible que yo hubiera hecho eso. De la misma manera, le hubiera sido imposible a un escritor como Navokof sino hubiera leído la literatura anterior a él. Y aquí ocurre que de pronto la gente desdeña todo eso. Y eso es lo que les pasa, que el referente musical está solo en su generación. Cuando les preguntan quién te gusta dicen el de al lado. Hace treinta años estaban Rosendo, Loquillo, Miguel Rios. No, la gente siempre pone el de al lado. El vecino. Con el que va a los sitios, con el que comparte escenario. Si eso es asi, no vas a ser capaz nunca de transmitir. Debe ser muy penoso que la huella sonora se haya parado en los 80. En general, toda la huella sonora del rock & roll, está en los 80. Y nos olvidamos de los 60 y de los 70. Es una putada en todos los sentidos. Yo creo que ese es el error.

A partir de tu disco «La Vida En El Filo» tus canciones adquieren un matiz mucho más sosegado y más grandilocuente, en una onda mucho más desarrollada y menos acida. ¿Ese disco fue el que dio un cambio de rumbo a tus canciones?

Yo grabo «La Vida En El Filo» que es mi disco número ocho y lo siguiente que hago es el directo. Cuando hago el doble disco en directo, considero que he cubierto una etapa. Estoy haciendo canciones de toda una carrera que va desde el año 78 al 90 en el que ese disco representa un punto y final. Yo podría haber dicho señores este es mi legado. Y hubiera hecho la carrera normal de todos los artistas ocho o diez años. Pero luego tu te planteas si tienes capacidad para seguir. Al final, de cada generación quedan muy pocos. Aquí en los años 60 había diez mil conjuntos musicales en toda España, y lo ilustraba tu compañero y colega Jordi Tarda. Decía, en la costa, desde Valencia a Girona había 1.800 bandas. ¿Cuánta gente queda de esa? ¿Cuánta gente quedamos de los 80? Cuando llegó ese momento me dije, yo necesito reflexionar, si quiero seguir en esto, o si me bajo desde este tren dejando toda una locomotora, con un doble en directo con 400.000 discos dobles, habiendo conseguido el disco de platino con «La Vida En El Filo» donde estaba «Como Un Susurro» otro con «Fe Ciega», en fin, era un momento en el que me decía, lo has conseguido. Me voy a mi casa. Que paso, que me costó estar sin grabar hasta el 96 que grabé «Miedo A Soñar». Y ya, «Miedo A Soñar» no se parece a «Fe Ciega». Ya tiene partes mucho más acidas, y mucho más duras. Eso me anima a seguir haciendo cosas, y cuando ya decido tener una banda fija de nuevo hacemos lo de la Cover Band, grabamos unos temas para una antología, y luego este disco «Cuando El Diablo Canta» que yo podría decir, canción por canción, en que disco de mis anteriores encajaría.

De toda tu carrera como músico ¿Cuál es momento que destacarías de manera especial y que marcó tu vida?

Cuando grabamos «La Vida En El Filo» que es un momento muy especial, porque lo fuimos a grabar a Inglaterra y trabajamos con el productor de The Jam, y el técnico de los Rollings Stones, y ahí me di cuenta de que podía dar un pasito más, con aquella gente que ya estaba tan curtida, con una biografía tan importante. Yo creo que ese periodo que va del año 86, a cuando hacemos el doble en directo en el 90, es el momento en el que se junta todo, el momento en el que estas en lo mejor.

¿Qué necesita Ramoncin para componer una canción, soledad o introspección?

Un run run. A mí el ruido me jode. No me refiero al ruido físico, al ruido este de la política, los problemas, ese ruido que tenemos todos en la cabeza. El ruido del fondo. Pues yo, en medio de ese ruido, necesito un run run. Si yo tengo ese run run, tengo el balanceo. Es curioso. Voy a parir una canción. Es algo físico. Es que de pronto digo: voy a poner un huevo. Tengo un run run, tengo una idea, se lo que quiero decir, tengo una frase y una melodía. Entonces me da igual lo que sea. Me da igual el metro, la calle, paro donde tenga que parar saco el chisme le largo la frase, y cuando llego al sitio donde estoy con mi guitarra pues lo plasmo.

Y volviendo al tema ¿Cuáles son los ingredientes que a tu juicio debe tener una nueva canción?

Que suene bonita con una guitarra y una voz. Cuando tu coges una guitarra, o un piano, o simplemente golpeando en la mesa, y lo que cantas tiene una melodía, esa es una canción. Ya la tienes. Y si además, eres capaz de escribir un buen texto, porque eres un buen escritor, y las capacidades de cantarla de la mejor manera posible, tienes una buena canción.

Todos los seres humanos somos animales evolutivos por naturaleza. Tu trayectoria musical ha sido brillante, oscura y meridanamente clara. ¿Vamos a ver el próximo día un Ramoncin completamente evolucionado?

O revolucionado. Cualquiera de las dos cosas. El brillo de un momento, la oscuridad de otro momento, y la corrección en general. Hay un gráfico. Es como un gráfico médico que indica los picos buenos y los picos malos, lo que hay que sacar es la raya que va por el medio. Uno nunca esta abajo del todo ni tampoco arriba del todo. Siempre hay alguien más abajo o más arriba. Tu tienen que entender en que franja quieres estar. ¿Uno es guapo comparado con quién? Tú tienes que estar a tu rollo, a lo tuyo. Lo que importa es la línea que atraviesa todo eso. Esa palabra que ahora se lleva tanto, que sea transversal.

¿Cómo ves la escena rock en la actualidad en nuestro país?
El rock, y la escena, muy bien. El uso que se hace de ellos desde los medios, muy mal. El gusto musical en España lleva secuestrado ya mucho tiempo. La gente en este país no sabe que aquí hay bandas y músicos de rock excelentes, que hacen discos excelentes cada año, y sin embargo, no tienen difusión.

¿La culpa la tienen las emisoras de radio?

¿A alguien le cabe duda de eso? Ya en el año 1978 mi canción «Rocanrol Dudua» mi primer single, yo entré en la lista. Y en esa lista sonaba todo el mundo, Rocío Jurado, Ramoncin, la banda Mediterráneo, Asfalto, y tu podías oir todo, como público. Y daba igual si primero sonaba María Jiménez, porque después, sonaba Iceberg. En 40 Principales sonaba Iceberg, Triana, Medina Azahara, y luego Burning, y luego yo, y luego Paul Maccartney, se oía todo, sonaba todo, y cada uno elegía lo que le gustaba. Desde hace bastante tiempo esto está secuestrado, especialmente está secuestrado el rock por una razón fundamental, y sin ánimo de menosprecio hacia ningún otro colega de otro género, los músicos de rock en general hemos demostrado tener mucha más capacidad crítica. Somos incomodos para la industria, que siempre ha buscado al grupo kleenex, y no digamos ya la emisoras de radio, quitando cuatro excepciones, ya me contaras donde vas a escuchar a Loquillo, o a Barricada. ¿Dónde la gente ha podido escuchar el «Balmoral» de Loquillo? Un discazo. Uno de los mejores discos de rock que se ha hecho nunca en este país. ¿Dónde? Permiten a alguien que tiene mucho éxito como Fito & Fitipaldis, porque como tiene mucho éxito no pueden darle la espalda a eso, claro, sino sería un escándalo. Pero la ingeniería entre el Amaral comercial, y el Amaral independiente, es que por cada cincuenta veces que sonaba antes, ahora suena una. El gusto musical esta secuestrado en este país.

¿Crees que el rock es un género menor o un referente cultural?

Sin duda un referente cultural. Que me cuente alguien a mí, mas allá de la influencia de la música clásica o culta, que otra música ha influido sobre generaciones de individuos y ha marcado épocas. La música rock se usa para todo: para los anuncios de televisión, para los trailers de las películas, para las bandas sonoras de las propias películas. El rock, es un referente cultural sin ningún género de dudas,

La industria musical parece estar herida de muerte por muchos flancos, al 21 % del IVA le sumamos la degradación del soporte CD, la escasa asistencia de público a los conciertos o la falta de alternativas para la música en directo. ¿Se te ocurren algunas medidas paliativas que puedan ayudar a mejorar la música?

El análisis que acabas de hacer es real. Eso todo en conjunto ha devenido en este desastre. Si ya teníamos un problema con los precios, con un 21 % de IVA es una cosa exagerada. Cuando ya habíamos conseguido racionalizar el precio, y que la gente entendiera que de ese precio el artista se lleva una pequeña parte, el autor otra parte pequita, el productor una un poquito más grande, el distribuidor la más gorda, y luego ya el que lo vende, las grandes superficies lo que les toca, que es mucho. Estaba entendido que eso tenía un reparto, y que a cada uno le toca su parte, y uno es corresponsable de la parte que le toca. Y entonces, llega un señor y mete el 21 %, en una venganza absoluta contra el mundo de la cultura por la falta de apoyo, y sobre todo, por lo critico que ha sido siempre el mundo del cine y de la música, especialmente con el tema de la Guerra de Irak, etc. Una venganza mortal, que le va a costar la vida al cine al teatro, a todo en general. Si encima, hay crisis, y la gente tiene cien pavos para gastarse en conciertos, y la entrada de Bruce Springsteen cuesta noventa, le quedan diez para gastarse. Y con estos diez, van a lo gratis o a donde pueden. Los grupos españoles no deberían tocar jamás gratis. Nunca jamás. Salvo cuando quieras hacer un concertó benéfico, porque te apetezca regalar. Yo regalé el concierto de La Riviera. A 3.200 personas. Porque era el veinticinco aniversario y me apetecía. Pero esto de la gratuidad permanenete en las plazas de los pueblos, en las calles, que parece mentira. Eso es un gravísimo error. Aquí no hay nadie que haya visto a Coldplay gratis. O a Springsteen, o a Madonna. Como resulta que tu un dia tocas en La Riviera, que te cuesta dios y ayuda, meter quinientas personas y te salen los números regular, y tres semanas más tarde tocas en una plaza en el Barrio de El Lucero. Tú tienes que tocar para tu público. ¿Qué público tienes? ¿Cuánta gente te quiere ver? ¿350? Pues te tienes que adecuar a esas 350 personas. Y te adecuas a esa gente. No te vas a Cáceres, a tocar en una fiesta, donde al 90 % de la gente no le importas, no habían pagado nada por verte, pero están disfrutando de lo que les das gratis por que son las fiestas del pueblo. Eso es un gravísimo error. ¿Por qué digo esto? Porque la única salida que nos queda es tocar en directo. Y luego vender tui disco allí. Si no, no hay salida.

Si tuvieras que quedarte con una imagen, o una palabra que definiera tu carrera como cantante ¿Qué utilizarías?

Mira, autentico, es una palabra tan desgastada y tan tramposa, que yo no hago rock auténtico, hago rock de verdad. Quizá, la verdad. Es una palabra que me gusta porque proviene del argot del toreo, nos guste o no nos guste el toreo hablo simplemente de su literatura, la verdad, cuando el torero se muestra de verdad, cuando se está jugando la vida, no está engañando, no torea con el pico, y se muestra impoluto delante del toro. Pues, yo hago rock de verdad.

Y si tuvieras que destacar un recuerdo o momento vivido en este trayecto de treinta años ¿Cuál sería?

Es difícil. Recuerdo un concierto en el Paseo de Camoens, que se dijo en el suplemento de El País, que Ramoncin había llevado a medio millón de personas en un concierto. El momento en el que yo paré el concierto, para que subiera al escenario Enrique Tierno Galván. La comunión de la gente con un político, me da igual, de izquierda o de derecha, la comunión de la gente, la tolerancia, la comprensión, la relación, la complicidad, eso es hoy en día impensable. ¿Tú te imaginas hoy en día un concierto en la Plaza Mayor subiendo al político que sea al escenario? ¿Tú te lo imaginas? Bueno, pues había un momento en Madrid, que uno podía parar un concierto para pedir que subiera al escenario el que había hecho de nuestra ciudad un lugar mejor donde vivir, Enrique Tierno Galvan.

Artículo extraído de la web Rockcultura

Loquillo entrevista a Ramoncín para Rolling Stone

Ramoncín no acierta a adivinar de donde salen los gritos e insultos que desde su primera respuesta a las preguntas de José María Pallardó, vara del programa de moda de la radio barcelonesa, Al mil por mil, suenan cada vez con mayor violencia. Una luz cegadora le da de lleno, sabe que está solo, que nadie saldrá a defenderle, se enfrenta a un público dividido entre quienes han ido a la discoteca Psicosis a festejar el inicio de la primavera del 78 y los que lo hacen para ver uno de los primeros videoclips que se presentan en España, Wuthering heights, de Kate Bush.
Los que gritamos e insultamos somos un grupo de rockers mosqueados por sus declaraciones sobre Elvis, se la tenemos jurada. Ramoncín actúa al día siguiente en La Paloma, es su presentación en Barcelona, su primer disco, Ramoncín y WC, ha sido publicado por la multinacional EMI, y la revista Popular 1 le ha dedicado un extenso reportaje que levanta ampollas entre el resto de bandas nacionales, más que nada por envidia. En poco tiempo el cantante ha conseguido captar la atención de todo el país, su imagen rompe tanto con el tópico del cantautor aburrido panfletario como con la del rockero enrollado de «paz y amor, hermano». El punk entra en los hogares españoles, la Transición ha llegado también a la industria musical, que sigue lanzando al estrellato a cantantes melódicos de dudosa sexualidad, italianos mojabragas y rumberos de extrarradio (en eso poco hemos cambiado).

El pub Uve, llamado así por la serie de TV de moda a mediados de los 80, es frecuentado por un personal que no desentonaría como figurantes del telefilme de ciencia ficción. El local es famoso por ser uno de los pocos reductos de rock español en una Barcelona preolímpica que vive la fiebre del diseño catalán. Higinio, uno de los capos del local, no para de pinchar los discos de Ramoncín y Burning, yo le discuto que ahora Ramoncín se pasa el día en La Bodeguilla de La Moncloa con el presidente del Gobierno y que todo eso resulta sospechoso. Entre copa y sustancias adictivas que hacen de la noche el centro de mi vida, me aprendo la discografía completa del ex rey del pollo frito, que termina por conquistar el lado más macarra de mi corazón. La canción Estamos desesperados es nuestro himno marciano, y la frase «eres el ácido de mis venas» se convierte en un clásico entre la clientela del local. Higinio me insiste en que le consiga un cartel firmado por el cantante de Vallecas mientras suena La chica de la puerta 16, una canción compuesta por Ramoncín y Pepe Risi, y yo pongo cara de circunstancias.

Diciembre de 1996, la sala Bikini se prepara para vivir una noche histórica, con toda una generación de rockers españoles juntos por primera vez en un escenario. Las fotos de Manel Esclusa retratan a quienes para mí han marcado el camino a seguir: Pepe Risi, Jaime Urrutia, Carlos Segarra, Gabriel Sopeña y, claro está, Ramón (ahora le gusta que le llamen así). Cantamos a dúo Al limite a una velocidad infernal, mientras los medios de comunicación critican la reunión de «viejas glorias» y se ceban en Ramón como si del anticristo se tratara. Se habla de los grupos indies (antes independientes, ahora cantan en inglés) y de lo auténticos que son, y se le acusa de vendido y traidor por haberse convertido en una figura mediática y arreglarse la nariz, de paso. Además, está su vinculación al frente de la directiva de la SGAE, lo que le granjea el odio generalizado pues ya se percibe en el ambiente que la SGAE se parece cada vez más a un club privado que a una sociedad de gestión.

La polémica sigue persiguiendo a Ramoncín en los 90. En la edición del Viña Rock del 2006 una turba lanza al escenario, nada más iniciada la actuación, CDs en forma de estrella que a punto están de provocar una desgracia entre músicos, artista y miembros de su familia que se encontraban en el escenario. El patriarca del rock español, Miguel Ríos, afirmaría poco después que ese día fue el de la vergüenza de una profesión que no tuvo bemoles de denunciar lo que en toda regla era un intento de linchamiento público, pero, claro, ¿quién se la juega por Ramoncín en plena guerra contra la piratería? Es el único paladín en la defensa de los derechos de autor frente a los intereses de las telecos, las más interesadas en las descargas gratuitas. Un mes más tarde, en la propia sede de la SGAE, un grupo pretendió asaltar el edificio con caretas con la imagen del cantante. Todos estos incidentes le costaron a Ramoncín vivir con escolta durante una larga temporada, hasta que, al fin, abandonó la SGAE tras 18 años sin ningún tipo de reconocimiento por parte de la entidad que, muy inteligentemente, le había utilizado para que recibiera los golpes que iban dirigidos a otros.

Madrid, abril de 2010. Treinta años después vuelvo a tener al personaje frente a mí; sigue igual de solo y de polémico. Esta vez no vengo a insultarle ni a poner en duda su carrera ni su forma de llevarla, ni tampoco su etapa en la SGAE. Injustamente tratado por parte de una prensa musical con la que ha tenido más de un rifirrafe, en los medios conservadores lo machacan y en los que presumen de izquierdas hacen mutis por el foro. Se olvidan de su vinculación con la revolución sandinista mucho antes de que los grupos de rock radical llevaran camisetas de Sandino, o del apoyo que mostró en los peores momentos al PSOE de Felipe González. Todavía hay quienes piensan que sigue en la SGAE, cuando dejó de formar parte de su directiva hace ya casi cuatro años. Su trayectoria musical nos ha regalado un buen número de canciones que han marcado a toda una generación. Las que vinieron más tarde sencillamente pasaron de su legado o se apuntaron al carro de «hay que ir a por él». Además de la música, su Tocho cheli es imprescindible a la hora de conocer el lenguaje y seña de identidad de un Madrid que es mucho más que una ciudad.

Relajado y con esa sonrisa de medio lado que le caracteriza, cerca de cumplir los 55 y con un aspecto envidiable que para sí querrían muchos críticos y músicos. Ha vendido más de un millón de discos en España, con 10 discos en el mercado más los consiguientes recopilatorios, y observo en su mirada la soledad del corredor de fondo, la misma que tenía cuando lo vi en aquella discoteca barcelonesa. Ha vuelto al estudio para grabar su primer disco en 12 años, es un héroe cansado que vuelve en busca de su primer amor. Ramoncín es, junto a La Banda Trapera del Río, con la que compartió el cartel del primer festival punk celebrado en España, en Barcelona en el año 1977, y de los incombustibles Burning, un pionero que expresó la realidad de la calle en una España que despertaba tras 40 años de dictadura. Ellos tiraron la puerta abajo; sin Ramón yo no habría tenido cojones de subirme nunca a un escenario. Al verlo por primera vez en aquel programa de 1978 llamado Dos por dos, presentado por Isabel Tenaille y Mercedes Milá, vacilando al personal y cantando Marica de terciopelo con un rombo pintado en el ojo derecho, una muñequera de pinchos y unas gafas de mosca, pensé: «Yo tambien puedo hacerlo».

“Sin Ramón yo no habría tenido cojones de subirme nunca a un escenario. Le vi en la tele vacilando al personal y pensé: ‘Yo también puedo hacerlo” (Loquillo)

Ramón, llevo años esperando poder hacerte esta pregunta… ¿Te operaste la nariz ?
¡Serás cabrón! En 1988 tenía desviado el tabique, no podía respirar, tenía que ponerme un chisme que se utilizaba para la gente que roncaba, aún no se había inventado las tiras. Fue el doctor Planas de Barcelona quien me operó, y yo con el miedo en el cuerpo de que mi voz pudiera cambiar y volverse distinta.

Ahora que hablas de Barcelona….
En el 77 yo estaba en la mili, en San Clemente (Girona) y fui destinado a Barcelona, al cuartel de Jaén, 25. A diferencia de lo que pasó en los 80, nosotros teníamos la mitología de que todo pasaba en Barcelona: bajabas al puerto y podías comprar condones en todas partes. Aquí en Madrid tenías que ir a La Favorita, en la calle Peligros, y a ver si tenías suerte.

Con la talla…
[Jeje] Parece una gilipollez, pero era así de complicado… En Barcelona pasaban cosas: los primeros hippies, las primeras bandas, las calas donde podías practicar el nudismo… Cuando me dijeron que me había tocado la mili en San Clemente pensé: «¡Esto es lo mejor del mundo!». Recuerdo una visita a casa de Dalí. La madre de mi hija Andrea, la fotógrafa Diana Polakov, frecuentaba a Dalí y él le pintó una oreja. Gracias a eso nos recibió Dalí a mí y tres colegas más, vestidos de militares, y nos trató de maravilla.

¿Cómo te metes en una banda de rock?
Cuando llegué a la mili ya había debutado con WC… Me di cuenta de que me gustaba escribir cosas y que había un camino para hacer que la gente las oyera. Traducía las letras del inglés con un diccionario Collins palabra por palabra. Así traduje Heroin, de Lou Reed.

Siempre he creído que el inicio del rock & roll contemporáneo en España no es Elvis…
Ni Gene Vincent, al menos en nuestra generación. Es posible que los grupos anteriores sí fueran influenciados por Elvis o Gene Vincent, pero a nosotros lo que nos parecía alucinante era Lou Reed, incluso Bowie.

¿Y cómo pasaban tus letras la censura?
Desde que escribí canciones como Noche de cinco horas en el 76 hasta el 78 que la grabamos, más los dos años siguientes que salimos de gira, jamás conseguí que la autorizaran, y si la tocábamos teníamos que poner un cartel en la entrada donde se advertía que el espectáculo podía herir la sensibilidad del espectador. Fui a examinarme en el 74 para obtener el carnet del sindicato vertical, y tenías que cantar una canción propia y otra conocida en castellano. Canté Oye como va y cuando me dijeron «una de ustedes» canté El rey del pollo frito. Tenías que ver la cara de esos tres tíos. Al bajista no le dieron el carnet porque tenía 15 años, y yo todavía lo estoy esperando, porque el momio palmó durante el trámite .

Como fan, háblame de la historia de la canción Putney bridge.
Estaba viviendo en Londres, y para ir del centro a Wimbledon, donde vivíamos, pasábamos por el puente de Putney. Un día se para el metro en medio del puente, veo el alboroto, bajo con mi chica y descubro cómo las barcazas de la policía sacan un cadáver del río, y observo que en la parte posterior de la cazadora de cuero que lleva el individuo está escrito el nombre de los Clash. «El ultimo punk se suicida en Putney Bridge» [canta].

¿Cómo ves la escena rock en la actualidad en nuestro país?
¿Cuántos hacemos rock, Loco, dime? El rock estaba proscrito entonces y ahora, no hemos cambiado. En las radios españolas no suena ni Bruce Springsteen, ¡que le gusta a todo el mundo! Somos una especie en peligro de extinción, hermano. Los programas de rock han sido barridos y se han refugiado en Internet, estamos peor que nunca, al menos antes te colaban en medio de los melódicos de turno…

¿Por eso decides grabar un nuevo trabajo después de 12 años?
Yo grabo mi primer disco en el 78 y hasta el año 90 grabo un disco al año, escribo cuatro libros y trabajo en cine y televisión porque creo que algunos tenemos esa capacidad de trabajo. En el 92, después de salir de gira con el directo Al límite vivo y salvaje me dio la sensación de estar en una cadena de montaje y decidí parar durante cuatro años. Luego, después de grabar los cinco temas que acompañaron la recopilación Ángel de cuero me dio por pensar que esta cosa del rock es para cuando tienes 20 años, creo que eso lo hemos pensado todos alguna vez….

¿Qué culpa tiene tu proyecto The Cover Band 1965-1975 en tu regreso? Ahora que se habla de la memoria histórica, tú recuperas el pasado del mejor rock español.
Había que hacerlo; un vinilo y un CD que acaba de salir en homenaje a toda una generación. ¡Es cuando me doy cuenta de que tengo material para grabar diez discos seguidos! Porque, querido, lo que no he hecho en este tiempo ha sido dejar de tocar con mi banda, siempre dispuesta, con las armas limpias.

¿Cómo son las canciones de tu nuevo trabajo, Cuando el diablo canta?
Yo creo que es como un primer disco, el que yo quería hacer. No soy de los que una vez terminada la canción le doy mil vueltas, yo la guardo en un cajón y la dejo reposar. Al estudio hay que ir como Mick Tyson al ring: cuanto menos tiempo estemos aquí, menos posibilidades tenemos de que nos hinchen a hostias, y así hemos grabado. ¡Me voy a pasar en el estudio los próximos seis años, cabrón! Te voy a adelantar, voy a grabar un disco cada seis meses.

Hablemos de política, tu relación con el Frente Sandinista y con el PSOE. Recibiste [la condecoración] el botón de Sandino y saliste en la portada de ¡Corta! con un clavel rojo…
En su momento era maravilloso: me convertí en alférez del Frente Sandinista. Ahora son todos unos corruptos, y el tipo que me entregó el botón de Sandino, Tomás Borges, es un sinvergüenza que ahora vive en Miami. Los Clash hicieron Sandinista!, pero no fueron a tocar como fui yo, rodeados ya por la VI Flota: cuando fui a cantar a Nicaragua en el 84 los marines estaban a punto de invadirla y la Contra estaba en la frontera. Lo primero que me dieron al llegar fue un kalashnikov (un tipo de rifle)… «Esto es por si las moscas». De vuelta a casa todo fueron problemas, los billetes y mis papeles habían desaparecido, y fue Felipe González quien me sacó de ahí, mi vida corría serio peligro.

¿Sigues creyendo que un artista debe tomar partido y mojarse por aquello en lo que cree?
El que cree en una idea y no lo hace no se puede afeitar. Otra cosa es que tú decidas no tener una actitud: «Yo soy un artista y no me meto en eso, vivo en el limbo» [risas]. Apoyé a Felipe González cuando perdió y cuando ganó porque creía en él.

¿Cuántos hacemos rock, Loco, dime? En las radios españolas no suena ni Bruce Springsteen. Somos una especie en peligro de extinción, hermano. (Ramoncín)

Hablemos de tu aportacion al lenguaje, El tocho cheli, y de la jerga que muchos que no éramos de Madrid descubrimos en tus canciones… ¿Existe realmente un rock español? ¿Por qué se empeñan en llamarlo latino?
Una vez en un programa de TV en Miami me decían que yo hacía rock latino. «No, perdón», interrumpí, «en español». El tocho cheli, en sus dos volúmenes, es el diccionario de jergas con más entradas y acepciones del mundo, me costó mucho tiempo hacerlo y sigo presumiendo de ello.

¿Es el rock un género menor?
Hoy en día, a diferencia de las bandas de los 60 que no podían expresarse libremente por culpa de la censura, el cancionero español tiene unas letras brutales: Robe Iniesta, Bunbury, Urrutia… Ray Davies es considerado uno de los mejores poetas en lengua inglesa, en Inglaterra nadie lo duda, aquí en cambio seguimos siendo unos proscritos.

¿Qué ocurre cuando tus hijos ven que intentan lincharte y nadie da la cara por ti, ni los del camerino de al lado? Sólo Miguel Ríos sale en tu defensa días después.
A ese grupo de individuos que no dejaban de llamarme hijo de puta… Bajo y les inflo a hostias uno a uno. Cuando vi que uno de esos CDs preparados para lo peor se clavaba en la batería, saqué a todo el mundo del escenario. Ya en el camerino, mi chica cogió a mi hijo Joel y le dijo: «esto pasa porque tu padre no es un cantamañanas». De los 80 grupos que tocan en el Viña Rock yo soy el único que defiende los derechos de todos y el único que no puede tocar. Tres meses más tarde todos cobraron derechos de la SGAE, los 79, compañero. Ese día, amigo, perdimos la batalla, ahora estamos así por eso.

¿Cómo decides meterte en la SGAE?
Cuando me lo ofrecieron por mi carácter luchador era todo un orgullo, ganamos a una candidatura continuista que presidía Felipe Campuzano y la SGAE pasó de recaudar 3.000 millones de pesetas a 60.000 millones. Para mí era todo un orgullo defender a mis compañeros, pero desde hace ocho o nueve años advertí de lo que iba a pasar, expuse que o explicábamos esto o pronto no habría quien lo explicara, por el cambio tecnológico y para que no nos cogiera el toro. He defendido algo por lo que me han elegido mis compañeros, un colectivo de 100.000 personas, he defendido y he creído en eso.

¡A mí me apedrean por defender a este tío, a este hipócrita, se acabó! Y desde hace tres años y medio no estoy en la SGAE. (Ramoncín)

La discusión que tuviste en el AVE con uno de los grandes de la musica española me la contó un amigo que viajaba en ese vagón. Cuando te recriminan el canon y a eso añades el intento de linchamiento público, ¿cómo se te queda el cuerpo? ¿Vale la pena seguir?
Tú haces algo en lo que crees y un día en un tren un compañero de mi generación me dice que no está de acuerdo con el canon. «Me parece muy bien, pero ¿sabes lo que es el canon?», le digo: «el uno por mil de lo que la industria tecnológica recauda, se paga en los 29 países de la UE, no me lo he inventado yo, y se reparte entre todas las sociedades de gestión». La gente piensa que eso es para que Alejandro Sanz se pague una moto de agua y no para que un poeta avejentado pueda pagarse unas gafas a través de la sociedad de gestión que lo defiende. Después de contarle con pelos y señales el funcionamiento le digo: «Por cierto, tú eres el que más ha recaudado con el canon durante el pasado año, ¿lo has mandado a algún sitio?». Se pone blanco, se hace un silencio, vuelvo a mi sitio y hago la reflexión: ¡A mí me apedrean por defender a este tío, a este hipócrita, se acabó! Y desde hace tres años y medio no estoy en la SGAE. Ahora hay una junta de 38 personas que deberían dar la cara, entre ellos Iciar Bollaín, Jorge Drexler, Ventura Pons, Teo Cardalda, Soledad Giménez, Caco Senante, Mikel Erentxun… Aunque sería injusto no decir que algunos se están dejando la piel. Otros, aterrados por el impacto brutal y negativo, simplemente se ponen paraguas para no calarse con la lluvia de hostias que caen.

¿Estás de acuerdo con el funcionamiento actual de la SGAE?
La SGAE tiene un problema fundamental: ha perdido completamente su relación con la sociedad, no sabe comunicar, ni explicar, ni defenderse de los ataques. Lo primero que tiene que preocuparse la SGAE es de sus socios. Sinceramente, en lo que se refiere a su cometido de recaudar y repartir, lo hace mejor que ninguna otra. No olvidemos que es una de las cuatro mejores y más importantes sociedades de autor del mundo… ¿Pero cómo puede ir por ahí un tipo que ha cobrado del canon 92.000 euros y decir a la prensa que no está de acuerdo con el canon? Si no estás de acuerdo vamos a mandar tu dinero del canon a una asociación para la infancia o grabamos 15 discos a grupos nuevos. Tú decides, ¿qué prefieres? La industria tecnológica, las telecos, se lo han hecho de puta madre. «Llueven hostias pero no contra nosotros», piensan. El chaval cree que esta descargando una canción gratis, pero está pagando un ADSL. Está todo tan manipulado que no hay forma de hacerse entender, estoy en contra del 50 por ciento de algunas cosas que hace ahora la SGAE. Si yo fuese el máximo responsable lo que haría sería abrir un abanico de encuentros con todas las partes para tratar de zanjar el asunto y me comunicaría directamente con la gente a través de la publicidad, acercamiento en las calles con autobuses informativos o algo así, y dejaría de gastar en un departamento de comunicación que nunca ha sabido, o podido, comunicar la realidad.

 

Enlace a la entrevista publicada en YouTube

Artículo extraído de la web oficial de Rolling Stone Spain

El Diablo canta y habla

“Ahora solo necesito que la gente me deje un poquito. Necesito, sino el perdón de algunos, que no lo tendré jamás, sí la consideración. Solo necesito la consideración”

Situado en los últimos tiempos en el ojo del huracán por su defensa de los derechos de autor, Ramoncín regresa a la actualidad con su nuevo disco, «Cuando el Diablo canta…». Juan Puchades conversa con él, en una larga entrevista, de este trabajo, de las polémicas, de su carrera…

Ramoncín, tras once años sin publicar canciones nuevas, acaba de editar nuevo álbum, “Cuando el diablo canta…” (EMI), en el que sigue mostrando sus ya clásicas maneras de aproximarse al rock. Es cierto que, con el ruido que le ha rodeado en los últimos años, quizá su retorno musical importe a pocos, pues José Ramón Martínez se ha convertido en el enemigo a batir, el objeto del odio de muchos. El hombre que defendía los derechos de autor desde la SGAE, al que se llegó a recibir en un festival a pedradas… Por ello, las entrevistas que estos días se han publicado con él con motivo de la publicación del nuevo disco, y dado el actual estado de cosas en SGAE, han girado alrededor de esos asuntos. Que parecen inevitables, pero no hay que olvidar que estamos ante un creador de largo recorrido, con una sólida obra detrás que avala de sobras su trayectoria musical. Pero SGAE, inevitablemente, está ahí…

Leo las entrevistas que han salido estos días, y más que un disco nuevo, parece que hayas publicado una SGAE…
Sí, tío, es el monotema. La verdad es que lo debatimos un momento con la compañía: “¿qué hacemos, no hablamos de esto? Porque al final voy a tener que repetir en todas partes lo mismo”. Ya he dicho lo que tenía que decir, yo no estoy en SGAE, no tengo nada que ver con lo que ha pasado, por lo tanto, espero que, definitivamente, me dejen en paz y se den cuenta de la injusticia que han cometido convirtiéndome en el muñeco del pim-pam-púm de esa historia. Pero, claro, al final, eso se termina convirtiendo en lo que se convierte, y dices, “bueno, venga”. Pero se acabó, después de dar la cara cuando pasó lo de junio, que yo no tenía nada que ver, pero lo hice, para poner un poco de sensatez porque no había más que gente diciendo estupideces, los propios de la misma casa… Ahora, se acabó.

¿Recurres al “vamos a hablar de mi disco”, como Umbral?
Claro, y yo entiendo que los periodistas tengan ese interés, lo entiendo, porque es algo muy llamativo y cada día sale una noticia, es que es una cosa tremenda toda esa historia. Sobre todo de una institución odiada hasta… ¡yo sé muy bien hasta dónde! Pero, al final, quieres ser generoso y más que generoso terminas que pareces gilipollas.

No tenía intención de preguntarte sobre la SGAE, principalmente porque me parece que estos últimos días ya te lo han preguntado bastante y has respondido sobre ello, así que no sé si hay mucho más que aportar. Además, como dices, continuamente van saliendo noticias, el otro día “ABC” publicó lo de Caco Senante…
Sí, Caco manipulando las elecciones… Yo te juro que flipo en colores, tronco.

A todo esto, les estaban grabando las conversaciones.
Sí, coño, yo estoy grabado con Neri [José Neri, director de la filial digital de SGAE]. Es lo que digo siempre, no hay mal que por bien no venga, porque a mí, con Neri, ¿qué me han oído? “Oye, niño, cuándo vamos a cenar” o “cuándo vamos a comer, cómo te va, qué me cuentas, cómo va esto del programa de televisión que vamos a hacer”, las conversaciones de dos personas que tienen una relación personal y profesional que no tiene nada que ver con nada feo. A mí hacía dos meses que me habían soltado algo, me habían dicho que a estos les iban a vigilar, me lo dijo una persona íntima, un amigo de la policía, y le dije “pues no sabes cuánto me alegro”, porque, además, yo tenía el convencimiento ese de que cuando vean que ahí no hay nada, ya nos dejarán en paz, y verás qué buen rollo. Un día le digo a Neri “te tengo que contar una cosa, pero te la contaré cuando llegue el momento”, y le llamo el día antes de las elecciones, cuando ya había salido la noticia de todo el lío en el “ABC”, y le digo “Pepe, ¿has visto lo del ‘ABC’? Ya me contarás, pero, claro, tú como lo tienes todo clarito”. Pero yo como el que habla con un amigo: “tú no tienes nada que temer, pero lo mismo alguien ha metido mano ahí en alguna gilipollez de Arteria…”. Te lo juro, y me dice “espera, no me lo cuentes por aquí, llámame a casa”. Le llamo a casa, y en casa también estaba pinchado, claro [risas]. Le digo “te acuerdas que te dije que había algo que no te podía contar, pues hace dos meses que me advirtieron que esto iba a pasar, pero alegrémonos, porque si de verdad hay alguien aquí con una mierda, pues que lo pillen y se lo lleven”. Al día siguiente, día de las elecciones [en SGAE], voy a votar, pregunto por él, baja, hablamos de las elecciones, y le digo “pues nada, Pepe, que gane el mejor. Por cierto, que sepas que me han largado que un juez de la Audiencia Nacional anda con la vista puesta en un par de directivos de esta casa, pero para meterles por lo penal”. “No me digas eso”. Y le respondo “pero tú no tienes nada que temer, ¿no?”. Me dice, “no, no”. Y al día siguiente lo veo salir esposado. Es amigo mío. Bueno, era, era amigo mío.

Hablemos del disco, “Cuando el Diablo canta…”, un título que tiene algo de humorístico, ¿no?
Sí, yo creo que sí. Pero es la línea que tengo que coger en mi vida, creo que “El Diablo canta…”, con esos puntos suspensivos, es como “algo tiene en la garganta” o “está sin un duro, no tiene blanca”… Pero también, un poco por ese rollo de que cada vez que me encuentro con alguien, qué aburrimiento, te dicen eso de “¿has hecho un pacto con el diablo?”, que ya no es que me lo digan las señoras por la calle, es que te vas a una entrevista de radio, y vienen con lo mismo, que he hecho un pacto con el diablo. Es una cosa…

Tus detractores aseguran que te has operado, que te has hecho la estética a tope…
Sí, claro, la polla, me he operado la polla. El que diga eso es un gilipollas, que no está bien de la cabeza. Siempre encontrarán alguna estupidez que decir. Es una cosa horrible. Al final va a ser verdad que en este país lo de cuidarse no vale, aquí lo de levantarse por la mañana, hacer gimnasia, tener una alimentación de puta madre, darse crema, no, no vale, aquí tiene que ser que te operas. Pues no, lo siento, pero no. Que miren a los de tele que se han operado, porque lo malo de esto es que se lo crean y luego vayan y lo hagan ellos. Yo les recomiendo que controlen su vida, vayan al gimnasio, que hagan otras cosas.

Una de las cosas que sorprenden al escuchar el nuevo disco es que tu escritura ha cambiado mucho, ya no abundan aquellos relatos tan directos de antes, ahora es como que las letras permiten interpretaciones. ’10 segundos’, puede ser un ejemplo, que puede tener diferentes lecturas.
Sí, en algunas pasa. Hay canciones más lúdicas, como ‘La puta suerte’, que podríamos decir que casi es un tema como de la época de ‘Barriobajero’ y que lo he recuperado, pues podría ser, podría ser aquello.

Sí, cuando escribías historias más de calle y de personajes.
Eso es, o la misma ‘Canción del diablo’. Pero sí que es verdad que ’10 segundos’ es el conflicto de no decir en quién estás pensando, para mí es producto de unos días en Jerusalén y de un momento en que ves en la tele cosas horribles, de cómo la gente lucha por nada, por cómo se matan por un terreno de tierra en el que no hay ni lagartijas. Uno no podría decir este del bando tal o este del bando cual, porque me parece que todo el mundo lo está haciendo mal. Y sí es verdad que ‘La danza de las polillas’ o ‘Sueños y sombras’ son más a la interpretación de cada uno.

“Te das cuenta que el final de este negocio es ver quién la tiene más larga, quién vende más discos, quién es el número uno, quién tiene mejor mánager, quién cobra más, quién hace más galas, quién está más arriba en las listas”

LAS POLILLAS

En ‘La danza de las polillas’ puede haber algo de descreimiento político, ¿no?
Es que por ahí va la cosa, aunque más que eso es el poder. La gente que nos manda. Cuando ves cómo están las cosas para todos, cómo nos han quitado un cero de nuestras vidas, cómo trabajamos el doble para ganar la mitad, los que tenemos trabajo, y cómo te enteras de que los coches de lujo y los relojes de lujo, las casas de lujo, se siguen vendiendo de la misma manera, que hay lista de espera para comprar el nuevo modelo de Ferrari de no sé qué… O lees esas revistas que te dan en el AVE o en el avión, esas revistas estupendas que las abres y el reloj más barato que sale cuesta seis mil pavos… y se anuncian y se anuncian, pero, bueno, vamos a ver, ¿esto cómo se digiere? Eso me parece que son las polillas, la gente ahí alrededor de la luz, viendo qué puede sacar. Las polillas, si te fijas, lo que hacen es que se ponen alrededor de la luz, y si hay muchas terminan opacando la luz, terminan quedándose toda la luz y tú te quedas a oscuras por culpa de las polillas, es una cosa realmente llamativa, me parece mejor contarlo así.

En algún momento has estado próximo, o cercano, al poder político, ya no digo del real, porque habría que ver quién tiene realmente el poder en esta situación. ¿Cuando has estado cerca de políticos, políticos poderosos, has tenido la sensación de que, realmente, están fuera de la realidad?
Pues a mí me parecía que no. Bueno, vamos a ver, yo sigo tratando con Juan Barranco, no es que sea un político poderoso, es un político importante, ha sido alcalde de Madrid, y senador, y me parece un tío completamente normal. Claro, hay un paso más allá que tú no sabes cómo se manejan, porque ellos tienen que estar en otro nivel, pero es un tío que ha hecho su vida, con sus hijos, con su trabajo, los fines de semana en su casa del campo, que es lo que le mola. O cómo era Tierno Galván, un tío que recibía a las castañeras en el Ayuntamiento a las siete de la mañana, que estaba con todo el mundo.

Trataste a Felipe González cuando era presidente del gobierno…
Sí, el mismo Felipe González. Pero hay una diferencia entre los años 80 y el final, al final creo que los políticos se acaban aislando, por lo que sea, porque comienzan a hacer cosas que están fuera de su ideario, porque se dan cuenta ellos mismos de cuál es la realidad y al final se dan cuenta de quién manda de verdad, que es lo que decías tú, y el que manda de verdad es el dinero. Es decir, en este mundo en el que vivimos, en este mundo que hemos elegido vivir y que ha ganado la batalla a los otros mundos, lo que manda es el dinero. China, que es el único país que queda claramente con un régimen comunista, con el poder absoluto para mantener al ciudadano bajo al yugo, al mismo tiempo es un país absolutamente entregado a la sociedad de consumo, además salvaje. Yo he estado en China y es algo realmente acojonante, tienen lo peor de los dos sistemas, sigue habiendo un chino en una esquina vestido de verde con un brazalete rojo que es como una sombra que controla todo, porque controla a la policía, y al final llega a todo, a las multas de coche, a todo. Es algo acojonante. Al final, los políticos… Fíjate en Zapatero, que yo no estuve en esas cosas, no fui de la ceja, y no lo digo por nada, el que lo haya querido ser, que lo sea, pero entiendo que los primeros años el tío dice “voy a hacer la política que creo que debo hacer”, para mi gusto, en algunos casos, política de gestos, y después llamó el del mercado: “Hola, soy el del mercado. ¿Creías que mandabas? No, aquí mando yo, así que tienes que hacer esto, lo otro y lo de más allá”. Claro, al final, uno si tiene ideología se mete en la cama y dice “hostia, resulta que yo no mando tanto”. Además, el mercado no aparece cuando las cosas van bien, aparece cuando van mal. Cuando las cosas van bien, el mercado va haciendo sus cositas, va trincando, va guardando, va comprando, se lo va llevando, y de pronto las cosas se ponen mal y es cuando aparece el mercado mandando. Yo creo que de ahí esa cara, esa depresión [se refiere a Zapatero]. Me parece que los tíos de los años 80 tenían otra ilusión, Felipe quería, de verdad, cambiar las cosas, e hizo cosas que estuvieron muy bien, los últimos años fueron más jodidos, porque las cosas cambiaron, pero el Felipe más admirado y más adorado, ¡nos mete en la OTAN! Ahora, ¿concebiríamos una España sin estar en la OTAN? Pues no lo sé.

Volviendo a la música: Han pasado trece años desde “Miedo a soñar”, once si contamos las cinco canciones nuevas que sacaste en 2000 en la antología “Ángel de cuero”, ¿en todo este tiempo, has dejado de componer? ¿Es decir, hay periodos en los que te alejas por completo de la música?
No, no, es imposible, aquí abro los ojos y veo una guitarra, bajo al salón y veo un piano. Está en mi vida. Sinceramente, en el 92, cuando paramos la gira posterior al doble en directo [«Al límite. Vivo y salvaje», 1990], es que no podía más, era terrible, echaba la vista atrás, y decía “¿cómo es posible que del 78 al 92, en catorce años, hayamos grabado ocho discos de estudio, un doble en directo, tres recopilatorios?”. No me cuadraba, no sabía qué había hecho con el tiempo, y ya había escrito un par de libros, había hecho cine, teatro… Y te voy a decir una cosa, cuando me fui, pensé que no volvía, además desde un punto de vista optimista, pensaba que qué mejor broche: un disco en directo, entonces los discos eran vinilos y habíamos vendido doscientos mil vinilos dobles. Pero te das cuenta que el final de este negocio es ver quién la tiene más larga, quién vende más discos, quién es el número uno, quién tiene mejor mánager, quién cobra más, quién hace más galas, quién está más arriba en las listas… Es todo una competición con gente a la que, encima, admiras, respetas, de la que eres amigo… pero a la hora de la verdad hay que competir. Claro, no es como la competición deportiva, que si eres campeón del mundo, eres campeón del mundo, aquí no, aquí llegas, eres el número uno, y todo el mundo te cuestiona. Porque es otra cosa, es otro concepto que no tiene nada que ver, al final te meten en una competición para ver quién la tiene más larga, y en esto a nadie le importa si la tienes más larga o más corta. Al final llega un crítico y dice “este es un disco cojonudo, el mejor disco de rock de los últimos diez años”, y vende siete copias. Y tú dices “joder, a ver si hago el peor y vendo 70.000″.

¿Entraste en esa dinámica, en esa línea de pensamiento?
No, bueno… es que no te da tiempo a pensarlo, cuando grabas como yo grababa en los 80, no tienes tiempo de pensarlo. Por eso me paré, fue aquello de “vamos a ver, yo estoy grabando un disco casi cada año, ¿por qué? ¿Porque quiero? ¿Porque tengo una capacidad creativa arrolladora? ¡¿Por qué?! Porque tengo un manager, una oficina abierta y unos managers”. Al final tenía la sensación de que hacía todo eso por todo el mundo menos por mí. De hecho, en 1998, cuando me senté a ver las canciones de “Miedo a soñar” y me metí a grabarlo, lo grabé para mí, y, haciéndolo para uno, vas y haces “Miedo a soñar”, con esa canción que a mí me parece un temazo y que disfruto tocando, que la gente acabó entrando en él y que cuando lo toco en directo es una barbaridad y se me pone la piel de gallina. Estaba harto, además, en el 92 hice esa reflexión que creo que nos hacemos todos: “¿esto no es para cuando eres joven? ¿Esto no hay que hacerlo a los 18 o 20 años?” Porque es que cuando los Beatles se separan son unos niños, por mucho que les veamos con las barbas, son unos críos, y cuando Jim Morrison deja a los Doors, tiene 27 años. Los grupos se separan cuando son críos todavía, y las carreras de la gente que admiramos tuvieron lugar en la juventud. Claro, luego hay gente capaz de despachar discos maravillosos con un montón de años, como Springsteen o Bob Dylan. Es decir, hay gente que luego pensamos que a lo mejor hay que seguir y hacerlo mejor, y hay discos en la madurez que nos gustan mucho. Pero, en aquel momento, dije “¡hasta luego! No quiero saber nada de nada”. Lo que pasó es que luego entramos en el estudio para hacer “Miedo a soñar”, y en el 2000 otra vez para esas cinco canciones, y lo vi de nuevo. Siempre he sabido llevar la bicicleta, he visto los cambios de tecnología, pero al final hay que pedalear, tú puedes tener una bici que te cagas, pero has de tener piernas porque sino no pedaleas, y cuando nos metimos a hacer lo de la Cover Band [disco de versiones publicado en 2009] y vi que la máquina rulaba, que sabía cómo contener los impulsos de todas esas personas que tienen que grabar, decirles lo que tienen que hacer, me di cuenta que todo eso seguía, no diré que dominándolo, que parece presuntuoso, pero veía que funcionaba perfectamente. Si esto es un reloj, yo soy el relojero. Ya no tengo la necesidad de tener un productor, el productor viene muy bien si quieres tocarte los huevos, viene bien para entrar, cantar, tocar con el grupo, te vas, vuelves… a mí ese rollo no me va, es fantástico, no tengo nada en contra, alguna vez lo he hecho, es muy divertido y te lo pasas de miedo. Pero no, estoy en otro rollo, quiero que mis canciones tengan lo que yo quiero, que los solos sean los solos que yo tengo en la cabeza…

Te sigue interesando algo que ya estaba presente en tu primer LP, un sonido intenso, como elaborado por capas. En este nuevo disco sumado a algo distinto en ti, como son las cuerdas.
Fíjate que solo hay violín, que luego repetimos algunos, los staccatos, algunas cosas más.

¿Son violines doblados?
Exacto. El violín tiene algo que le da otras armonías, otras tonalidades, y puede ser dramático. En ’10 segundos’, puede haber cosas muy buenas, pero el violín cuando se mezcla con la armónica es lo que le da todo el sentido dramático a las canciones. Creo que es algo que he estado buscando siempre, en canciones como ‘Hola, muñeca’, ‘Noche de cinco horas’, ‘Marica de terciopelo’ o ‘Miedo a soñar’. Siempre he buscado ese sonido que tú dices que es un sonido de capas, que me parece una buenísima definición, donde haces una cosa sencilla, con tu guitarra, la más simple de todas, soy el que menos toca de todos, con este bajo y esta batería, y hemos conseguido este ambiente, la estructura es esta y la letra dice lo que quiero, y ahora quiero que todo el mundo toque sobre esto, pero con ese sentido, quiero esas guitarras que demuestren la amargura o la alegría de las canciones… Es un trabajo de corta y pega. Tengo la idea en la cabeza del próximo disco, mucho más simple, con una voz y una guitarra o un bajo, me apetece mucho ver las canciones en crudo, pero canciones nuevas, no canciones que ya tienes, que eso se hace muchas veces. A lo mejor es recorrer el camino inverso al habitual: grabar una canción solo con un piano, una guitara y un bajo, y luego, para el directo, encontrarle el sentido eléctrico.

También te atreves con algo poco frecuente en la actualidad, que es meter un par de temas de siete minutos…
Joder, hay dos temas que tienen siete minutos y dos segundos, es algo alucinante, porque mira que es difícil la coincidencia, cuando editamos el disco pregunté sino era un error. Dos temas que duran lo mismo, flipo. Pero también hay temas de tres minutos. ¿Ves? Ese es el tipo de cosas de las que uno se libera, de ese comecocos: hay que hacer un disco de doce canciones, todas de tres minutos. Si tuviera que sacar esto en vinilo sería doble. Yo cuando grabo tengo mentalidad de vinilo, digo “este es el tema cuatro de la cara b, en una cara b de cinco, este es el cuatro, ese tema que escondes ahí. Y este otro es el dos de la cara A”, tengo todavía ese rollo en la cabeza, y me alegro de no quitármelo. Cuando hagamos los vinilos de este seguramente habrá que hacerlo doble, porque no cabrán. Pero no me lo planteo, van las canciones que van.

¿Este regreso discográfico es para quedarte o volverá a haber otro silencio de una década?
Antes me preguntabas si tenía muchas canciones, tengo muchas canciones, pero no sirven de nada, el truco ese de “llevo componiendo diez años, tengo canciones en el cajón, puedo hacer lo que me dé la gana, un triple”. Y piensas que vas a hacer un triple, y, sin embargo, llegas al estudio y te pones a grabar un tema nuevo que se te ocurrió la noche anterior… Pero es que los temas en los cajones se mueren, los temas en los cajones no valen, eso es música de librería, eso es para ponerlas en el avión, las canciones se pudren, van perdiendo su rollo, no tiene sentido. Mentiría si no te dijera que un título me ha valido, que me ha valido un estribillo, una idea… incluso ha habido un par de temas grabados, uno terminado, que rechacé, porque era un tema obligado: viendo una cosa de maltrato de género dije “tengo que hacer una canción que hable de las mujeres maltratadas”, y ya la has cagado, porque si haces eso la has cagado, bueno, pues la quería llevar al disco, y está grabada y al final vi que no tenía el sentido que tenía el disco, era una cosa casi forzada. Al final tienes mucho material, pero ese material tienes que depurarlo. Hay tres o cuatro canciones que hemos grabado que las hemos tocado mucho en directo previamente, ‘Sueños y sombras’, ‘El cuchillo y la herida’, ‘La punta de la aguja’, y se han ido cambiando, y eso nos ha permitido grabarlas en directo en el estudio. ‘En el infierno’, agarré a Paco [Avilés] y a David [Castelló] y les dije “vamos a hacer un tema, mi idea es esta, quiero una cosa pantanosa, ¿habéis oído el tema de la serie ‘True blood’, que es muy pantanoso, muy Nueva Orleans?”, y en diez minutos estábamos tocando una canción que estructuramos en un rato y que grabamos el mismo día. Tengo material, pero al final eso es mentira, cuando te pones a grabar, hay que sentarse y grabar. Una canción que hice hace diez años, ya no me interesa ni a mí.

Lo que te preguntaba: ¿has vuelto para quedarte?
Perdona [risas]. Te lo decía por eso, podría entrar mañana en el estudio, sinceramente, y grabar nuevas canciones. Mira, mi idea es encadenar una serie de discos de 2011 a 2020, como los encadené del año 78 al 92, tengo muchas ideas, tengo una banda generosa que entiende lo que quiero hacer, puedo contar con ellos, y tengo esa sensación de que ahora mismo puedo hacerlo. No sé si vamos a poder meternos, como en este disco, en un superestudio durante meses y tener todo el tiempo del mundo y disfrutarlo o si vamos a tener que hacerlo en el salón de mi casa, pero lo vamos a hacer.

“Desde luego, vivo otra existencia, vivo una existencia completamente normal, plena, vivo a gusto, conmigo y mis amigos. Toda esta vida, todo este embrollo de que se ha hecho una madeja, no ha mermado mi relación con la gente que me importa”

UNA CARRERA DE POLÉMICAS

¿Has quemado muchos puentes, como cantas en la canción así titulada? ¿Es ese tema en el que más te retratas del nuevo disco?
Sí, sí señor, cómo me conoces, Juan. Sí, tronco, los he quemado todos, te lo juro, ahora solo necesito que la gente me deje un poquito. Necesito, si no el perdón de algunos, que no lo tendré jamás, sí la consideración. Solo necesito la consideración. El paso ese de ya está, usted se ha hinchado a darme, por fas o por nefas, es lo mismo; es lo que decías antes, “este está muy bien, este se ha operado”, ya basta. Consideración. Porque yo, desde luego, vivo otra existencia, vivo una existencia completamente normal, plena, vivo a gusto, conmigo y mis amigos. Toda esta vida, todo este embrollo de que se ha hecho una madeja entre el artista, SGAE, el de la tele, toda esa madeja no ha mermado mi relación con la gente que me importa. Yo estaría jodido si mis amigos me hubieran vuelto la espalda, estaría jodido si mi gente me hubiera dicho “te estás equivocando, te has equivocado”. O si hubiera notado que la gente no va contigo porque no conviene, o va porque conviene. Yo me siento con mis amigos, con mis músicos, con mi familia y digo “venga, soltad por esas bocas, decid lo que haya que decir. Porque esto es una cosa que os prometí el primer día que me dediqué a esto, y no ha cambiado”. Yo no tengo un endiosamiento ni escucho solo a los que me dicen las cosas bonitas, no, soy de los que recibe sin compasión, tengo hijas ya de treinta y pico años que son críticas conmigo. Tengo un chaval de 17, una niña de 15, yo vivo una vida donde la gente me dice lo cree. Y créeme, enfrentarse a Vicente el Serni, de mi barrio, no es fácil. Esa gente que te puede cantar las cuarenta de verdad, y que te puede afectar, solo reconozco, y no quiero volver al monotema, que me advirtieron, y no les hice caso. No les hice caso y lo he pagado carísimo. Han estado a mi lado para lo que hiciera falta, pero no les hice caso porque yo estaba en una cosa que pensaba que era gloriosa: defender los derechos, defender el rollo, defender a la gente, tener la sensación de que ayudas a un colectivo… Posiblemente, tenía algo de estupidez, y muchos me dijeron “tío, te estás exponiendo a que te lluevan las hostias, la gente no es generosa, y cuando tengan que sacar la cara, te van a dejar de lado”. Claro, ahora lo entiendo todo, cuando hace tres años, que ya no estaba en la SGAE, y llamaba y hablaba con un señor en particular, que ahora sale mucho, y le decía “oye, tío, ¿vais a salir a dar la cara por mí? ¿Vais a salir a decir que yo ya no estoy en esto? ¿Que esto es cosa vuestra, que no tengo nada que ver?”. Me decía “no sé, no conviene, no sabemos, porque van a pensar que tal…”. Claro, ahora lo entiendo, que le den hostias a este y mientras nosotros haremos lo que nos pase por los huevos. Si se fijan en este, no se van a fijar en nosotros, esa es la clave. Tengo la suerte, que me siento un privilegiado, de tener a una gente capaz de decirme lo que piensan y que, al mismo tiempo, hayan mantenido su fe en mí.

Lo tuyo es, cuando menos, curioso, porque desde el principio de tu carrera te persigue la polémica: se podía entender lo impactante que resultó, en la España del momento, aquella actuación en “2×2″, el progama de TVE, con el rombo en el ojo y cantando ‘Marica de terciopelo’, pero luego empieza el asunto de los huevos en directo. Cuando en 1981 sacas “Arañando la ciudad” recuerdo que comienzan a aparecer entrevistas duras en las que se te cuestiona muchísimo; luego llega el “Lingo” y ya se te cuestiona por todas partes… Seguramente las entrevistas más agresivas que he leído con un músico español han sido contigo, con ganas de ir a por ti. Y eso ha seguido, por decisiones que has tomado tú, porque tú eres el que aparece en tertulias, eres que el ha ido a “Operación Triunfo”, luego SGAE… la polémica siempre ha estado ahí. Quizá en un primer momento la polémica te pudo beneficiar, pero, ¿crees que estas polémicas, finalmente, han merecido la pena?
Creo que no hacía falta ni al principio. Cuando canté ‘Marica de terciopelo’ en “2×2″ ya teníamos el contrato firmado con la compañía, iba a grabar cuatro discos seguidos, teníamos todas las fechas ocupadas hasta no sé cuando, pero creo que cuando a uno le ponen un título o un sambenito, dices lo mismo que dice otro, pero en tu caso es polémico. Una de las cosas que leía estos días era “otra polémica de Ramoncín: ‘Yo en abogados no me he gastado dinero, porque lo hemos ganado todo’”, acojonante, dentro de una entrevista me preguntan si todo este lío me ha costado mucho dinero en abogados, y respondo que afortunadamente no, porque lo hemos ganado todo, y eso lo interpreta alguien como otra polémica de Ramoncín, vamos, no ha trascendido, menos mal. Pero ya no es algo que tú puedas controlar, se te escapa, y luego es verdad que tengo unas características especiales, es decir, a mí me suda y me paso por el arco del triunfo si a cuatro fundamentalistas les gusta o no que esté en una tertulia de la tele, lo siento mucho, al que le guste, bien, y al que no, que apague la tele. Esa hipocresía me da igual, porque ese es un mundo en el que me quieren, me respetan y me pagan por hacerlo.

Porque, seamos claros, tú vas a las tertulias por dinero, ¿no?
No, bueno, además de. Vamos a ver, por dinero te vas a “La granja de los famosos”, por dinero te vas a “Supervivientes”, no, no, esto es otra cosa, porque el dinero de verdad está en otras ofertas, que te llaman y respondes “no, de verdad, lo siento mucho, ¡olvídate de mí!” [risas]. El dinero no está en ir a una tertulia, en la tele el dinero está en otro sitio. Gané mucho dinero cuando el “Lingo”, pero es que era presentador e hicimos un montón de programas, y de muchísimo éxito. A ver, ¿quién diría ahora que yo hiciera el “Lingo” estaba mal? Objetivamente, ¿quién lo podría decir? Coño, es que creo que nadie, porque la gente dice “cómo molaba el ‘Lingo’”, que abrió ese camino que luego siguió la televisión de algunos espacios que son concursos pero son culturales. Y luego no hablemos de lo nuestro, el fundamentalismo en el rock, perdona que te diga, pero en este país no se cura ni aunque les maten, es una cosa acojonante. Aquí es una cuestión de que tengo que parecer una cosa aunque me convierta en un falso auténtico. ¿Cómo se hace esto? Pues es este es el uniforme del falso auténtico, esta es la actitud del falso auténtico, que pasa por decir “yo no leo libros, a mí no me importa la piratería”, que son esas cosas que dicen algunos. Y, vamos a ver, “¿usted cree que no voy a escribir un libro porque a usted le molesta, o no voy a ir a la tele porque a usted le molesta, o no voy a ir a una tertulia? No, hombre, no, no me jodas, porque, además, ¿usted quién es? ¿Usted se porta bien con su familia, es un trabajador, es una persona honrada, paga a Hacienda, no pega a sus hijos?”. ¡Venga ya! Es que me toca los huevos. Yo fui a una entrevista en 1978 para “Interviú”, que te la hacían con muy mala leche tres periodistas, entre ellos el gran Luis Cantero, gente así, que luego los tratas con el tiempo y es otra cosa, estaba Susana Estrada y lo primero que me dicen es si me tiraría a Susana Estrada, y dije que no, “pérdoname, Susana, pero no”; educado como he sido toda mi vida, y la siguiente viene uno y te hace la pregunta del siglo: “perdona, chaval, ¿tú qué lees, qué estás leyendo en este momento?”, y me quedo mirándolo y digo, “‘El diccionario filosófico’, de Voltaire, ¿y tú, qué estás leyendo?”. Al final eres un bicho raro. Y la tele para mí es un medio que vive al margen de los demás medios, pero tiene una cosa fundamental, ¿no te gusta? No la veas. No puedo entender que haya gente que dice “he visto un programa horrible de ‘Sálvame’, que se insultan”, ¿y para qué lo ves? Porque yo no lo he visto. A veces me encuentro gente que me dice, “te vi en un programa que tal. ¿Por qué haces eso?”, lo hago para que tú lo veas. Hay gente que ha montado bares, otros su dinero lo han metido en empresas, y yo he decidido que a mí me gusta jugar a eso. Es que no me cabe en la cabeza, tendría que ser otra persona para no estar maquinando ahora mismo un formato de televisión, o si no estuviera pensando que esta tarde voy a ir a una tele, a una mesa de debate donde me siento habitualmente, tendría que ser otra persona.

También eso quiere decir que eres producto de la sociedad española, porque en el rock anglosajón, el mercado habría sido mundial, y el éxito se habría multiplicado por muchísimo y te habrías dedicado exclusivamente a la música, ¿no?
Es que no tiene nada que ver, en el rock anglosajón, si el éxitio económico me hubiera permitido… porque el éxito es económico.

Sí, me refiero a eso, al éxito económico.
Si “Como un susurro”, pero sajón, me hubiera convertido en un éxito mundial, pues seguramente habría invertido eso, porque me habría sentado a escribir, y habría invertido el dinero en rodar una película o en hacer una función de teatro, claro que sí. Habría sido todo de otra manera, porque eso te permite vivir de otra manera. Son las terribles comparaciones, a cualquiera de nosotros cuando ganas algo de dinero te miran de aquella manera y no nos damos cuenta del que ha ganado Bruce Springsteen. Springsteen ha ganado en estos últimos años diez veces más que todos los rockeros juntos españoles, pero así como suena. Y digo diez, pero son cien o mil [risas]. Aquí la gente no se da cuenta… Todo esto me da mucho que pensar y hablo mucho de ello. No me arrepiento, porque intento no arrepentirme de nada, pero cuando yo estaba grabando “Arañando la ciudad”, en Inglaterra, y empecé a conocer a esa gente y trabajé con Vic [Coppersmith-Heaven], y me decían “quédate aquí”… Joder, es que en un disco español toca ni más ni menos que Boz Burrell, la voz del disco “Island” de King Crimson, el bajista de Bad Company, el bajista que acompaña a Roger Chapman en “Family”, ese tío ha grabado conmigo. Y allí me decían “¿por qué no hacemos estas versiones en inglés, tú que lo hablas más o menos bien?, luego, cuando pase el tiempo, lo hablarás mejor”. Y yo les decía, “no, chicos, veníos vosotros a vivir a España, que aquello es el paraíso, eso es la California de Europa. No hay que estar en Londres, hay que estar en Madrid, que es donde van a pasar las cosas”. Si alguien llega a decirme cómo iba a estar la España y el Madrid de mediados de los 90 hasta aquí, pues no me habría venido. Pero, bueno…

La gran putada, en los últimos tiempos, cuando internet supura ese odio hacia a ti, es que parece que, incluso, se arrasa con tu obra para arrasar contigo, ¿no?
Sí, bueno, claro, cuando alguno dice “este es el de ‘Litros de alcohol’, que es lo que has cantado anoche en el bar”, no se lo creen, responden “qué va, qué va, será de otro, o se lo habrá quitado a otro”. Es muy triste, sinceramente, ese es el lado más amargo de toda esta historia, pero no me puedo quedar aquí sentado llorando, tío. Esto es lo que hay, te toca y te toca, y algo habrás hecho mal tú también, no puede uno estar todo el rato pensando que la gente es muy mala y que no tiene razón, algo has hecho mal, no has entendido la idiosincrasia de aquí, por eso me arrepiento de esas cosas que digo… Antes me hablabas de las entrevistas agresivas, es que venían a echarse un pulso conmigo, pero te voy a decir una cosa, el noventa por ciento de esas entrevistas agresivas, en el cara a cara no lo eran.

¿Lo aparentaban en la transcripción?
Eso es, el noventa por ciento llegaban con su magnetofón y te hacían sus preguntas, y luego transcribían “me he sentado delante de este tío y le he dicho…”. Yo he visto cosas publicadas, que si me las preguntan en directo, le calzo una hostia, directamente, ¿quieres rock and roll? Toma rock and roll. A ver si tienes huevos de decirme eso a la cara; claro, que no hace falta, porque se para la entrevista y se le envía a su casa. Eso te lo comes, te callas, no puedes decirlo, en fin, qué vamos a decir ahora de las transcripciones en la prensa escrita. Es que han pasado treinta años y ves los titulares de los periódicos y esto no ha cambiado nada, haces una reflexión larga en la que dices “yo podría demandar a la SGAE” y el titular es “voy a demandar a la SGAE”. Eso no ha cambiado, sigue igual, y cada día peor, porque ahora se multiplica por la red. “Voy a demandar a la SGAE”, y al día siguiente me llamaba todo el mundo para preguntarme. Joder, ¿pero cuándo he dicho yo que voy a demandar a la SGAE? Todo eso, al final, te lleva a decir no hablo con la prensa escrita, solo hablo con gente a la que conozco, gente seria que sé que van a transcribir lo que digo. Es que es imposible interpretar todo lo que yo estoy diciendo ahora, hay que asumir que forma parte de esto. Y hay mucho amarillismo, y no solo en la prensa amarilla, en los diarios hay cosas realmente muy muy pero que muy llamativas. Yo voy a la radio, y salgo nuevo, llegas a la radio y pum pum pum, pero lo de la radio no trasciende, solo entre la gente que lo oye en ese momento. Nadie te escucha, tío, tú has ido demostrando cosas, y dices “mire usted, yo he hecho esto por una cuestión moral”, “¡Se lo lleva! ¡Se lo lleva!” No hay manera, oiga, déjeme en paz, ¿he hecho algo malo? No. ¿Me he comportado deshonestamente? No. Pues ya está, déjeme en paz. Ya uno espera el perdón: “te perdonamos, vale, te has equivocado en la vesanía de la defensa, te has colado en esto, pero te perdonamos porque, efectivamente, no has metido la mano en el cajón”, que es sobre todo por lo que te insultaban, nadie dice “este tío defiende esto porque cree en ello, es un cabrón”. No, era “este tío defiende esto porque se lo lleva”. Claro, porque no te puedes meter con alguien que defiende los derechos de un colectivo, al defensor de los derechos de los fabricantes de bolsas de plástico no le dicen que es un hijo de puta porque se lo lleva. Pero, a ver, si yo no me lo llevo, ¿por qué se mete usted conmigo? No lo entiendo.

Quizá algunos ya no lo recuerden, pero llenabas pabellones y plazas de toros, ¿donde quedó aquel público; quizá están descargando pelis y discos, y cagándose en tu sombra?
No, creo que no, creo que eso está al margen de mí, eso es un sufrimiento de todos, cuando digo todos me refiero a la industria, toda, los que escribís, los que cantamos, la industria propiamente dicha me parece que cometió el mayor error de su vida el día que decidió prestar atención al consumidor y abandonar al aficionado. El aficionado está siempre ahí, yo ahora me encuentro a gente que durante este tiempo han estado siguiéndome en lo que han podido, y algunos a escondidas, como el que fuma [risas], “voy a fumar donde no me vea nadie”, que es una cosa realmente curiosa. Yo creo que el conflicto fue que un negocio que se había producido entre el año cincuenta y poco y mediados de los 90 a base de vinilos, con la gente vendiendo 14.000, 17.000, 30.000 LPs, y de pronto apareció un formato en el que unos vendieron un millón, y ya el que no vendía un millón era una ruina. A mí no me pilló, porque saqué el doble en directo cuando empezaba eso, no había empezado del todo. Pero es algo espectacular. En los años en que grabé “Miedo a soñar”, que a lo mejor vendí 12.000 discos, la gente vendía un millón de discos. Pero, claro, esos del millón, salvo honrosísimas y fabulosas excepciones que han logrado que sus carreras se convirtieran en más internacionales, ahora también tienen que vender 7.000 u 8.5000, y parece que con eso no hacemos nada. ¿Por qué? Porque nos olvidamos del aficionado y empezamos a pensar en el consumidor, cuando el consumidor encontró una manera más fácil, más rápida y más barata de consumir… es lo que hay. Pero, además, se puede comparar con cosas que te asombrarías, con el salmón. El salmón que es una cosa que la gente compra de las Islas Feroe en unas tablas que valen una pasta, de pronto se convierte en una cosa que se pone en los bocadillos, y como se pone en los bocadillos, se produce en piscifactorías y todo el mundo tiene salmón, y luego quedará el exquisito que se comprará salmón de aquel otro. Pues la manera de solucionar todo esto es volver al aficionado, porque con 17.000 discos vendidos de “Arañando la ciudad”, tocábamos todo el año, y llenábamos todos los sitios y la gente tenía el disco en cinta de casete que le prestaba otro, porque había más gente que discos vendías. Luego llegamos a un montón de discos después de tocar, porque tocabas y la gente lo veía y lo compraba y lo movía. “Barriobajero”, que ahora parece que es mi obra cumbre, ¡es que vendimos siete mil discos de salida! Pero es que así se hacía una carrera, yo y todos los demás, con estos números. Pues la solución es esa, volver a encontrar al aficionado, al tío que se compra un disco y luego va y se compra una entrada para verte. Yo voy a tocar allá donde quieran que vaya y adaptándome como cuando empezaba: ¿cuánta gente quiere verme en Peñaranda de Bracamonte? ¿350 personas? ¿Podemos ir, nos salen los números? Pues 350. Hace años llenamos la plaza de toros, pero ahora no, a lo mejor, yendo a tocar para esos 350 el año que viene hay 700 y al próximo podemos llenar la plaza de toros. Hay que tomárselo así.

¿Como un empezar de nuevo?
Claro, cometeríamos un error si pensáramos que el negocio está mal para alguien como yo, que tengo que recuperarme personal, profesional, musical y emocionalmente, no es así, gente que no ha tenido ningún conflicto, cero conflicto, y les está pasando eso, no pueden tocar, tocan en sitios pequeñísimos, cuando pueden. Hablo de gente que ha seguido haciendo música, un año y otro año. De los que cuando les han preguntado no se han metido en líos. O están teniendo que tocar en festivales, porque esto se ha jodido. Tenemos la culpa todos y tenemos que hacer algo todos por remediarlo.

¿Te arrepientes de aquella retirada del 92?
No, porque no habría grabado este disco de ahora, ni “Miedo a soñar”. No, no estaríamos hablando tú y yo ahora porque habría publicado un libro de poemas, pero no un disco, estaba hasta los huevos, pero además era para estarlo. Es que… Había un tipo en mi compañía de discos que cuando me faltaban unos días para grabar “Fe ciega”, que ya venía Jerry Marotta desde Nueva York, ya estaba todo cerrado, Gary Barnacle, el saxofonista que había grabado con Paul McCartney… Era “Fe ciega”, que veníamos de ‘Como un susurro’, del disco “La vida en el filo”, podíamos irnos a grabar a Town House, creo que muy poquitos en este país hemos tenido la suerte de haber podido grabar en estudios tan importantes como esos. Cuando tenía todo eso previsto, el tío, el director artístico de la compañía, me llama al despacho, me siento con él, y poco más o menos me dice que el está muy contento con ese éxito, pero que él tiene que ver con ello, que ha hecho un esfuerzo… y estaba con las parábolas, así que le digo “a ver, ¿qué es lo que me estás diciendo?”. “Hombre, coño, que estaría muy bien…”. Así, como estamos hablando ahora, y le digo “¿me estás diciendo que te dé algo?”. “Vamos a ver, no exactamente, pero había pensado que, quizá, un regalo…” Le pregunto que qué regalo, y me responde que una moto. ¡El tío me dice que quiere una moto! Durante un segundo pensé “ahora es cuando me levanto, me avalanzo sobre este tío, le como las orejas, le saco el corazón, y mañana todo el mundo dice que me he vuelto loco y que soy un salvaje”. Era eso o enviarle a tomar por culo y todo ese disco se acaba, en un milisegundo estás pensando en eso. Al final, le digo “¿y qué moto quieres?”. Ya el tío se relaja: “no, nada, un Vespino”. Yo pensé, 60.000 pelas: “¿no te importa que me busque la vida? Porque a lo mejor en cuentro alguna…”. “No, tranquilo, faltaría más”. Salí de allí y dije, este se va enterar, fui al barrio y pregunté a Tilín “¿dónde se compran ahora motos robadas?”. Aquel me dice, si es ahora, al barrio del Lucero. Vamos allí, preguntamos, aparece el “vendedor de motos”: “¿qué quieres?” “Un Vespino”, “no, tronco, yo para ti tengo una Yamaha”. “No, hombre, que no es para mí, que es para un regalo”.  Me pregunta si la quiero con papeles, le digo que sí, pago 60.000. Le hicieron los papeles y llego y le digo “toma, tu moto”. Con la esperanza de que estando en Londres, grabando, hubiera llamado alguien, la mujer, y hubiera dicho “oye, que le han cogido con la moto, y es robada”. Para yo poder decir “mira, es que los ladrones van en motos robadas”. Pero no. Esto que te estoy contando, es una puta verdad, y este mismo tío se inventaba facturas para cobrar dinero de ensayos de grupos que luego, cuando tenían que grabar, no les permitía que se pasaran un solo día de estudio, te podía obligar a pagar un día de estudio si te pasabas, y él decía que les proveía de equipo o de un local, para llevárselo. Esto el director artístico de una multinacional. Y te podría contar como estas, unas cuantas. Por eso dije hasta aquí he llegado. Entonces ya iba a mis programas de Hermida, y me parecía mucho más honrado todo eso, que ibas allí y te decían “hoy vamos a hablar de la dictadura de Chile”, y al lado estaba Camilo José Cela, Francisco Umbral, Fernando Fernán Gómez, es que, claro…

En dos meses cumples 56 años, y en el horizonte, por tanto, está esa cifra que impresiona un poco, los 60, ¿cómo lo llevas, cómo te planteas el futuro?
Creo que cuando hablamos del tema y hago esa reflexión, soy el más exagerado de la gente con la que vivo. Y alguien te recuerda que Mick Jagger tiene casi 70, Springsteen 65 cuando tú los cumplas, o más. Y sí, digo, ya, eso es muy bonito, pero me la suda, me va a tocar a mí. Pero me dicen que estoy muy bien, y esos saben que es a base de ejercicio [risas], de ejercicio y de cuidados intensivos. No lo sé, la verdad es que cuando cumples 50 años te dicen que estás en tu mejor momento, pero, psicológicamente te ocurre una cosa, que empiezas a restar en lugar de sumar: ¿cuándo se murió mi viejo? Con 70. ¡Hostia! Lo malo no es pensar que dentro de cuatro años uno cumple 60 años, lo peor es pensar que dentro de 30, si estás aquí, tienes 86. Piensas en los treinta años que han pasado, que dices “no jodas, ¡que han pasado treinta años! Hostia. Si de los 80 hace treinta años”. Claro, ves la vida de otra manera, y uno piensa en cómo llevar eso, en cómo solucionar las cosas que no dependen de ti, la salud, el aspecto que vas a tener. Y, con todo lo que dicen y dirán, yo no soy de los que cuando tenga la cara llena de arrugas me voy a poner un careto como todo esos que parecen que les han puesto una goma detrás y les han dado la vuelta. A lo mejor si inventan algo que es la hostia, vale, pero de momento toda la gente que se hace eso se les queda una cara de lo peor, un ojo p’allá, la oreja para otro lado. Hay que apechugar, mira, el jefe [¿Springsteen?] tenía toda la frente que se le caía el ojo y se lo ha arreglado como se lo han arreglado, ni lo sé ni me importa, pero a él sí que se lo han hecho de puta madre. Y sobre todo, si despacha buenos discos, me importa bien poco lo que se haya hecho. La verdad es que, personalmente, como encima no soy creyente, uno piensa que va a llegar un momento en que te vas a hacer mayor, pero mayor de verdad, bueno, pues de puta madre, porque la alternativa es muy chunga, la alternativa es haberlo dejado hace mucho tiempo por el camino, y eso me da mucha pena. La alternativa para los que han elegido el otro camino, pues lo siento mucho, porque esto, todo el rato, tiene recompensas. Yo tengo vivas a mi madre biológica y a mi madre adoptiva, a mis dos madres, una tiene 80 años y la otra 86 y las veo y están bastante bien, en sus cosas. En el caso de mi madre adoptiva hemos pasado un traguísimo amargo del todo, porque se murió mi hermana mayor hace dos años, y sobre todo el disgusto ha sido para ella, para una mujer de 84 años tener que vivir eso, algo terrible, y hablo con ellas de eso, y les digo “fíjate, la edad que tengo”, y me responden “¡pero si eres un niño!”. Claro, es normal, yo veo a mis hijas de 30 y me parecen criaturas, y la de 15 me parece un bebé. Es decir, el conflicto que tenemos del tiempo, es muy relativo, amargo, pero no hay alternativa, porque, nos pongamos como nos pongamos, dentro de cincuenta años, no quedamos ni uno. No pasa nada, es lo que hay.

Artículo extraído de Efe Eme

Texto de  Juan Puchades

Ramoncín: Camarada del cuero y el tiempo

Pareciera que Ramoncín tiene un trato escabroso con el tiempo, quien no le ha tocado ni un cabello desde hace décadas mientras sus compañeros de camada -esos que el rock & roll acaricia con tosquedad- no hacen más que acumular arrugas.

Esta noche, el madrileño aparece por vez primera ante sus fans mexicanos como si el calendario jamás hubiera ido más allá de 1984, cuando el cantante se anunciaba «Al límite«, como todo un «Ángel de cuero«. Y tal como sucede con su chamarra de piel, el ánimo permanece intacto; apenas aparece en el escenario se lleva las manos a la nuca sonriente, tras interpretar «Como un susurro«, incrédulo ante el grado de idolatría que percibe.

«Tenemos mucho concierto por delante, porque traigo verdaderas ganas de estar aquí y también vengo con muchas canciones«; una promesa así es lo que podría esperarse de un sujeto que desde 1977 ha forjado un historial que no sólo abarca álbumes y conciertos, sino que también alcanza los campos actorales, televisivos e, incluso, burocráticos. En ese carril, ser miembro de la junta directiva de la Sociedad General de Autores y Editores le trajo unos cuantos enemigos, sin embargo sus canciones han sido más poderosas que aquellos intentos suyos por detener a quienes descargan música sin pagar un quinto.

Desde su arranque en Ramoncín y WC? hasta sus mejores logros de solista en discos como Barriobajero y Ramoncinco, el español ha rebasado toda clase de movidas hasta aterrizar en este foro, donde se muestra sofocado cada vez que sus rodillas tocan el suelo y sus pulmones se exprimen ante las exigencias de la armónica; sin embargo, las palmas de su público le ofrecen el combustible necesario para continuar.
Con «Hormigón, mujeres y alcohol» se deja atrás un «sendero trazado con sangre, lágrimas y soledad«. Y también es ahí -en esos compases, donde el espíritu etílico otorga la valentía suficiente para despedirse- que el autor comete el error de citar a su público en el camerino, lo que pone en aprietos a los miembros de seguridad.

Aún hambrientos de hits, los asistentes recurren al abucheo con tal de que su ídolo regrese al escenario, pero no hay éxito en su empresa. La realidad es que aunque tuvieran lugar seis encores más nunca quedarían satisfechos porque, han sido tantos años de espera que difícilmente podrían darse por servidos. En medio de la tensión, el Lunario se va quedando vacío. Permanece, como postal del apasionado encuentro, las palabras de un cartel que el propio cantautor colocó encima de su amplificador, cuando lo recibió de manos de una chica desesperada: Ramoncín, gracias por venir a México.

Artículo extraído de Bitácora del Auditorio

Ramoncín, Cuando el Diablo Canta, nuevo disco de estudio

«Dedicado a los que durante todo este tiempo habéis mantenido encendida la llama que ha hecho que me sintiese vivo, apoyando a la banda y animándonos a seguir en este viaje, a veces frustrante y amargo pero siempre excitante», escribe Ramoncín en el libreto de su nuevo álbum Cuando el diablo canta, que se publica el 6 de septiembre de 2011, 33 años después de que el cantante y compositor madrileño publicase su primer disco en plena explosión del movimiento punk. Desde la aparición de Miedo a soñar en 1998, Ramoncín no había publicado un disco completo grabado en estudio con nuevas canciones.

Producido por Ramón J. Márquez (Ramoncín) ayudado por Luis Bautista y Manolo Galones, el álbum contiene las siguientes nuevas canciones: Sombras y sueños, La puta suerte, El cuchillo y la herida, Huellas de sangre, En el infierno, La danza de las polillas, Quemando puentes, 10 segundos, La punta de la aguja, Mandan los lobos, La canción del diablo y Felisín el vacilón en una versión en directo, como bonus track. Todas las canciones llevan la firma de Ramoncín (algunas en colaboración) y se han grabado en los Estudios Cata de Madrid entre marzo y mayo de 2010.

Son historias que confirman a Ramoncín como cronista urbano, con un lenguaje directo y duro, popular y comprometido. Cuando el diablo canta se ha grabado con un nutrido grupo de músicos, con Ramoncín a la voz, armónica, guitarra, percusión y coros, junto a Óscar Castelló (guitarra, slide, coros), Paco Avilés (guitarra, bajo, coros), Manuel Silva (guitarra, dobro, coros), David Castelló (batería, percusión), Juan Carlos Álvarez (bajo), José Miguel Sastrón (piano, teclados), Charley Gonzalbo (violín), Lucía Caramés, Cuqui Lucas, Ainhoa Martínez, Lucrecia Llamas, Manolo Galones y Paco Calvo (coros) y las ayudas de Nacho de Lucas (piano eléctrico), Paco Ibáñez (trompeta) y Gabriel Abril (guitarra, mandolina).

Cuando el diablo canta es la continuación de una carrera que comenzó en 1978 con la publicación de su primer álbum que contenía canciones como El rey del pollo frito, Cómete una paraguaya, Rocanroll duduá o Marica de terciopelo, que se convirtieron en el retrato polémico de una época. Después llegaron discos como Barriobajero (1979), Arañando la ciudad (1981), ¡Corta! (1982), Ramoncinco (1984), Como el fuego (1985), La vida en el filo (1986), Fe ciega (1988), el directo Vivo y salvaje (1990), Miedo a soñar (1998), Canciones desnudas Vol. 1 y 2 (2003 y 2005), un disco de versiones en 2009 bajo el pseudónimo The Cover Band…

Son álbumes que han vendido más de un millón de ejemplares (en 2006 Ramoncín recibió un Disco de Diamante) con canciones de temática social, con carga política, retratando personajes marginales, con canciones como Hormigón, mujeres y alcohol (Litros de alcohol) o Sal de naja, entre muchas otras, que forman parte de la historia del rock español y que han situado al artista madrileño como un clásico de la escena nacional. Junto a esta producción musical, Ramoncín ha editado libros como Animal de ojos caídos (1979), Autobiografía de la supervivencia (1986), El tocho cheli (1993), Políticamente correcto (1997), Palabras de amor y otras cosas para decir en voz alta (2000), Guía inútil de Madrid (2002) o Ventanas del alma: Poemas y Canciones (2010).

Ramoncín regresa con Cuando el diablo canta, su primer álbum con nuevas canciones en 13 años. Tras el éxito conseguido el pasado mes de febrero en El Lunario del Auditorio Nacional de México D.F. («Un verdadero manicomio de fans totalmente entregados que corearon todas y cada una de sus canciones», publicó la prensa mexicana), vuelve después de tan larga ausencia un artista que es historia viva del rock español.