A finales de mayo, y en plena promoción de la reedición del histórico ‘Arañando la ciudad’, Ramoncín decidió suspender los conciertos que tenía programados (y desaparecer de la vida pública) hasta que pudiera demostrar su inocencia tras ser imputado en la Audiencia Nacional por un caso de facturas falsas en la SGAE. Tras dejar pasar un tiempo, decidió que no podía quebrar su vida de esta manera; que él no tenía nada que esconder, ni ocultar. Solo tenía una cosa clara: necesitaba volver a sentir el contacto con el público.
A punto de cumplir los sesenta años, o 6.0, como le gusta señalar, el músico, escritor, y compositor nos ofreció dos horas y media de nostalgia rockera, con los grandes himnos que jalonan su carrera. Además, lo hizo acompañado por su magnífica banda Los Eléctricos del Diablo ante un público entregado desde los primeros compases.
Comenzó con el primigenio “Marica de terciopelo”, de su primer trabajo discográfico con WC, para seguir con el enérgico “Putney Bridge”, el rockanrolero “¡Déjame!” o “La chica de la puerta 16″, que escribió junto al desaparecido Pepe Risi de Burning.
Aunque Ramoncín tuvo algunos problemas con su micro, que se oía muy bajo desde nos encontrábamos, la banda sonaba francamente bien. Es justo reconocer la gran labor de estos Eléctricos del Diablo, formados por Oscar Castelló a la guitarra y coros, el miembro más antiguo de la banda que ha acompañado a Ramoncín durante 15 años; Juan Carlos Álvarez al bajo, miembro también de Pánico Rising; David Castelló a la batería; Manuel Silva a la otra guitarra y coros; Jesús Varas al piano, teclados y trompeta; y Charley Gonzalbo al violín.
Continuaron con un corte más largo e intimista como “10 segundos”, rematado con una armónica que se va desvaneciendo. Siguió “La punta de la aguja”, la bluesera “¡Hola muñeca!”, “Reina de la noche”, “Blues para un camello” y “La puta suerte”.
En la fantástica “Canciones desnudas” le entregaron una cartulina por parte del público que rezaba unas palabras muy sentidas: “La BSO de nuestras vidas“. Pudimos observar como varias generaciones cantaban y bailaban al ritmo de “En el infierno”, “Como un susurro”- mezclándose entre el público – o “Bajando”. Cabe remarcar una gran interpretación de la imprescindible “Rock & Roll duduá”. Ramoncín mantuvo un estado vocal a gran altura durante toda la actuación, dosificándose de manera adecuada.”La cita” fue la encargada de finalizar esta animada primera parte del show.
La vuelta llegó con una espléndida “Estamos desesperados”, de su álbum ‘Como el fuego’. El show siguió con la reciente “El cuchillo y la herida”, la aclamada “Al límite”, con la inconfundible intro de armónica, “Hombres sin alma”, “Forjas y aceros” y “Sangre y lágrimas”. La balada “Miedo a soñar” y el éxtasis final con “Hormigón, mujeres y alcohol”, conocida por muchos como “Litros de alcohol”, desencadenaron la locura colectiva con toda la sala coreándola y mostrando caras de satisfacción.
Una actuación vibrante, sentida y muy emotiva, con un cantante que se mostró cercano en todo momento y que sintió el calor desde las primeras filas de sus seguidores y amigos. Ramoncín desplegó un repertorio que es historia viva del rock español y esto es un hecho. Por mucho que le pese a algunos, jamás podrán ningunear su rico y lustroso legado musical.
Desde aquí celebramos esta vuelta a los escenarios de Ramoncín, en un año 2015 muy especial para él. Porque además de las reediciones, la preparación de su nuevo disco ‘Descalzo entre ascuas’ y el lanzamiento de un cofre integral con toda su discografía, a Ramoncín le espera un futuro prometedor, con actuaciones en México e Inglaterra a principios de 2016. ¡La vuelta del hijo pródigo!
Autor y fuente: Mariskalrock.com